miércoles, 26 de mayo de 2021

Salvador sí, Señor no

 “Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Al oír esto, se compungieron de corazón y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo, para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2: 36-28).

¿Es salva la persona que recibe a Cristo como su Salvador, pero no tiene ninguna intención de dejar la vieja vida para vivir para Dios en el poder del Espíritu Santo y bajo el señorío de Jesús?  Hay un evangelio falso que va circulando por allí que enseña que uno pude creer en Cristo como su Salvador, pero no obedecerle como su Señor y todavía ser salvo.

            En su predicación del evangelio Pedro hace constar que Dios ha hecho a Jesús de Nazaret Señor y Cristo. El Salvador es Dios y Rey. Fue crucificado por nuestros pecados y resucitado por nuestra justificación. Cuando nos arrepentimos, recibimos el perdón de nuestros pecados y al Espíritu Santo.  No recibimos el perdón de nuestros pecados para seguir pecando, ni el don del Espíritu Santo para vivir en la carne, en desobediencia a su dirección. El arrepentimiento significa muerte a la vieja vida, y el don del Espíritu Santo significa nueva vida en Cristo. “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” (Rom. 8:9). Toda esta sección sigue hablando de la vida en el Espíritu. Termina diciendo: “Si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Rom. 8:13, 14). Los hijos de Dios son los que han crucificado la carne y viven en el Espíritu.

            ¿Qué quieres? ¿Vivir esta vida conforme a los deseos de tu carne y todavía ir al Cielo?  ¿Amas la carne? ¿Amas este mundo y su forma de vivir? ¿Qué dicen los apóstoles al respeto? “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo . Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” (1 Juan 2:15, 15). El mundo está en enemistad con Dios y nuestra carne está en rebeldía contra Él: “La mente carnal es enemistad contra Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede” (Rom. 8:7). El mismo Señor Jesús nos dijo que no podemos servir a dos señores, a Dios y a las riquezas (Mat. 6:24). 

            No podemos vivir con un pie dentro de la iglesia y otro dentro del mundo, de acuerdo con los valores de ambos. No es posible. ¿Dónde está tu corazón? ¿En la discoteca, con la música popular, en el mundo de televisión y cine, con las fiestas y conciertos, o con las cosas de Dios? Si somos de Cristo, Él es nuestro Señor, y hemos crucificado la carne con sus pasiones y deseos (Gal. 5:24). No te engañes con un evangelio que te permite vivir en el mundo: la doble vida es evidencia de que uno no es salvo. O bien Jesús es nuestro Salvador y nos sometemos a Él con gratitud por su maravillosa salvación, o bien seguimos en nuestros pecados. Estas son las dos opciones. 

Enviado por el Hno. Mario Caballero