lunes, 24 de mayo de 2021

Ovejas esparcidas

 “Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; en toda la faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas” (Ez: 34:6).

            “Andan errantes por falta de pastor” (v. 5).Dios está consternado por la condición en que se encuentran sus ovejas y pone la culpa sobre los pastores: “Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra los pastores; y demandaré mis ovejas de su mano, les haré dejar de apacentar las ovejas” (v. 10). Los pastores no han cumplido con su función: “No fortalecisteis a los débiles, no curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, ni volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia” (v. 4). No se han ocupado de ellas, y las ovejas han huido.

Por lo tanto, Dios dice que Él mismo vendrá para ser su Pastor, ¡y envía a Jesús! Estamos en el Antiguo Testamento. Los pastores de Israel eran los sacerdotes y  maestros de la Ley, pero ni conocían a Dios, ni le dieron a conocer. Por lo tanto, Dios mismo vino a pastorearlos en forma del Señor Jesús: “Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré como reconoce su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad. Y yo las sacaré de los pueblos, y las juntaré de las tierras; las traeré a su propia tierra, y las apacentaré en los montes de Israel, por las riberas… En buenos pastos las apacentaré, y en los altos montes de Israel estará su aprisco; allí dormirán en buen redil, y en pastos suculentos serán apacentadas sobre los montes de Israel. Yo apacentaré mis ovejas, y yo les daré aprisco, dice Jehová el Señor” (Ez. 34:11-15).

Vino el Buen Pastor y sufrió por la condición de las ovejas. Fue movido a compasión por las multitudes de Israel que andaban como ovejas sin pastor y puso su vida por ellas para salvarlas: “Yo soy el buen pastor y el buen pastor su vida da por las ovejas” (Juan 10:11).

Ahora estamos en el año 2000 y pico, y ¿cómo están las ovejas? Muchos están iguales que en los días de Ezequiel: errantes, perdidas, confundidas, heridas y hambrientas. Muchas andan de iglesia en iglesia, buscando a alguien que les pastorea. Los motivos son variados: algunos quieren una iglesia más moderna, mientras que otros buscan una iglesia más fiel a las Escrituras. Necesitamos más pastores, pastores de corazón, que aman a las ovejas, que conocen bien las Escrituras y que pueden enseñar con profundidad la Palabra de Dios, que puedan aconsejar, consolar, animar, liderar, confrontar, avisar, desafiar, disciplinar, corregir y perfeccionar a los fieles; pastores que pueden descubrir dones y motivar, comunicar con los jóvenes, apoyar a los que sufren y buscar a los que han dejado de asistir. Necesitamos  pastores que pueden trabajar en equipo para el bien de toda la iglesia. La capacidad de planear cultos y organizar reuniones es importante, pero lo es mucho más el cuidado de las almas según el modelo de Jesús, el Pastor y Obispo de nuestras almas (1 Pedro 2:25).  

Enviado por el Hno. Mario Caballero