viernes, 28 de mayo de 2021

No contristar al Espíritu Santo

 “Yo haré recordar la gran misericordia de Jehová y las alabanzas de Jehová” (Is. 63:7).

               Ha salido el anuncio: el Ungido viene. Acudid para conocerle. Y viene con tres finalidades: para consolar, para salvar, y para juzgar (61:1; 62:11; 63:1). Pensar en esto nos conduce naturalmente a la alabanza: “Yo haré recordar la gran misericordia de Jehová y las alabanzas de Jehová, según todos los beneficios que Jehová hizo por nosotros, y su gran bondad para con la casa de Israel que Él ha hecho conforme a su amor entrañable, y conforme a la multitud de sus misericordias:” (Is. 63:7). Israel estuvo muy contento con su Salvador, y Él estuvo ilusionado con tenerles a ellos por pueblo y entró en íntima relación con ellos: “Pues que dijo: ¡Ciertamente ellos son mi pueblo, hijos que no se portarán falsamente! Y así, Él se convirtió en el Salvador de ellos” (v. 8)La relación fue de identificación total por su parte: “Y fue afligido con todas sus aflicciones. El Ángel de su presencia los salvó, y en su amor y en su ternura, Él mismo los redimió, y cargó con ellos, y los llevó todos los días, desde la antigüedad” (v. 9). Si tú eres creyente en esta mañana, todo esto es lo que tienes en tu Salvador: el Ángel de tu presencia te salvó, te redimió para ser suyo, está presente y sufre contigo en todos tus sufrimientos, y en su amor y ternura carga contigo todos los días y te lleva. ¡Cómo no responder con gratitud y amor por un Salvador tan bueno!

               Deberían de estar encantados con Él, pero le fueron infieles y le devolvieron mal por bien: “Pero ellos se rebelaron y contristaron su Espíritu Santo, por lo que se tornó su enemigo y guerreó contra ellos” (v. 10). No sigas su ejemplo. El pecado es deslealtad, contrista su Espíritu Santo y produce consecuencias terribles, diseñadas para hacernos reflejar y volver. La disciplina surtió efecto con ellos. Se pusieron a pensar: “Entonces se acordaron de los días antiguos, de Moisés y su pueblo: ¿Dónde está el que los sacó del mar con el pastor de su rebaño? ¿Dónde está el que puso en medio de ellos su Santo Espíritu? El Espíritu de Jehová los hizo descansar; así pastoreaste a tu pueblo para hacerte un Nombre glorioso” (v. 11, 14). ¿Dónde se ha ido? Horrible realización. Ya no está como antes. Qué acusación de terrible soledad. Este es el clamor del creyente que se ha apartado y sufrido las consecuencias: “¡Lo que he perdido!” Hizo tanto para mí, y le he sido desleal, después de todas sus misericordias.

               Los demás reflexionamos: Me salvó de mis miserias, me condujo por muchas dificultades, estuvo conmigo, pasando lo que yo pasé, ayudándome dándome su gracia, puso su Espíritu Santo en mí, y su Espíritu me dio descanso. Dios se glorificó en mi salvación y mostró su gracia y ternura por medio de mi vida a mucha gente. ¿Cómo puedo serle desleal? ¿Cómo puedo abandonar al Dios de mi salvación y contristar a su Espíritu Santo? ¡Qué incalculable pérdida sería la mía! Oh Dios, no dejes que me aparte de ti. No quiero dar pena a tu Espíritu, al que me desea y me añora, sino contentarle y hacerle feliz de que vive en mí, y quiero que siempre pueda, desde el fondo de mi alma, alzarte un cántico de alabanza por tan grande salvación que ha ganado mi corazón. 

Enviado por el Hno. Mario Caballero