“Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar” (Lucas. 11:1).
Señor, enséñanos a orar correctamente, con reverencia y temor, Aunque polvo y cenizas delante de ti, podemos, debemos, orar.
Pereceremos si dejamos de orar concédenos poder para orar, y cuando nos preparamos para encontrarnos contigo, Señor, sal tú a nuestro encuentro.
Dios de toda gracia, nos acercamos a ti con corazones contritos, quebrantados, danos aquello que en tus ojos es precioso: la verdad en el hombre interior.
Danos una humildad profunda y la capacidad de sentir “la tristeza que es según Dios” que produce arrepentimiento; el deseo fuerte y confiado de oír tu voz y vivir.
Danos fe en el único sacrificio que puede expiar el pecado, para echar todas nuestras esperanzas, y fijar firmemente nuestros ojos, en Cristo, y en Cristo solamente.
Danos paciencia para velar y esperar y llorar, aunque demore la misericordia esperada largo tiempo; /coraje para sostener nuestras almas desfallecidas, y confianza en ti, aunque nos mates.
Danos estas gracias, y entonces, que se haga tu voluntad; Así, fortalecidos con toda poder, nosotros, por medio de tu Espíritu, y por tu Hijo, oraremos, y oraremos correctamente.
Enviado por: Hno. Mario Caballero