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viernes, 30 de abril de 2021
Ayuda en la lucha
Levanten, pues, las manos caídas y las rodillas entumecidas; enderecen las sendas por donde van, para que no se desvíen los cojos, sino que sean sanados. Hebreos 12:12-13
Un boxeador se sienta en la esquina del ring, codos apoyados en las cuerdas, manos enguantadas colgando caídas. La sangre le gotea por la esquina de la boca y un brillo de color frambuesa comienza a hinchar su ojo derecho. La habitación es oscura, húmeda de sudor y llena de humo.
Después de sufrir una lluvia de golpes de un oponente que pensó que podía aguantar, casi agotado se pregunta cuánto más va a poder soportar. Le duelen las costillas, le zumban los oídos y la lengua encuentra un hueco donde solía tener un diente. No contaba con esto. ¡Ring! Segunda vuelta.
¿No es así a veces con nosotros? Nos enfrentamos a oponentes que creemos que podemos “aguantar” y, en nuestros mejores días, tal vez incluso derrotar. Un poco de preparación antes de la pelea y nos sentimos bastante bien. Esquivamos algunos golpes, desviamos otros y nos enorgullecemos de nuestros reflejos felinos. Estamos listos, nos decimos. “¡Ajustarse los guantes y manos a la obra!”
¡Gran error! Al igual que el boxeador, es posible que encontremos más de lo que esperábamos. Nuestro entrenamiento físico puede funcionar contra oponentes de carne y hueso, pero jamás vamos a igualar a aquél que no solo quiere noquearnos, sino que quiere ponernos seis pies bajo tierra.
El escritor del libro a los Hebreos conoce bien las batallas que enfrentamos, y a Aquél que las enfrentó antes que nosotros. Es por eso que dice: “consideren a aquel que sufrió tanta contradicción de parte de los pecadores, para que no se cansen ni se desanimen” (Hebreos 12:3).
Cuando nos golpean de izquierda a derecha, Jesús está presente (ver Salmo 46:1). Él nos escucha cuando llamamos (1 Juan 5:14-15), y nos ayuda en nuestras necesidades. Cuando nuestras rodillas estén débiles y se agote nuestra fuerza, Dios nos revivirá. Él avivará nuestros corazones contra los enemigos que enfrentamos, asumiendo nuestra lucha y dándonos la victoria. “Cuando me encuentre angustiado, tú me infundirás nueva vida; Me defenderás de la ira de mis enemigos, y con tu diestra me levantarás victorioso” (Salmo 138:7).
¡Qué amigo nos es Cristo! Él recibió los golpes que merecíamos y nos levantó cuando estábamos derribados.
Por: Paul Schreiber
Enviado por CPTLN
jueves, 29 de abril de 2021
La edificación del tercer templo y el anticristo
Tema ofrecido en la Escuela Bíblica Dominical y puedes escuchar siguiendo el enlace que aparece a continuación
https://www.ministeriotv.com/video/la-edificacin-del-tercer-templo-y-el-anticristo-22405
Todo es muy bueno
“Y dijo Dios: ‘¡Miren! Les he dado toda planta que da semilla y que está sobre toda la tierra, y todo árbol que da fruto y semilla. Ellos les servirán de alimento.’ Y vio Dios todo lo que había hecho, y todo ello era bueno en gran manera. Cayó la tarde, y llegó la mañana. Ése fue el día sexto.” Génesis 1:29, 31
Polución, falta de agua, violencia, guerra, depresión, desastres, accidentes, enfermedades… No debió haber sido así. Cuando Dios creó el mundo “todo lo que había hecho, y todo ello era bueno en gran manera” (Génesis 1:31a). Pero con el pecado entró la muerte en nuestra historia, trayendo dolor y separación.
Sin embargo, Jesús nos ofrece una nueva vida, un nuevo comienzo aquí y en el nuevo mundo preparado por Dios para todos los que confían en él como su Señor y Salvador. Llegará el día en que los dolores de este mundo terminarán y finalmente podremos decir, con completa alegría, ¡gracias Dios! realmente todo es muy bueno.
Por CPTLN
2 Pedro 3.13
Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.
2 Pedro 3.13
Nuevo mensaje en audio
Visita el Canal y escucha el nuevo tema, haz clic sobre el enlace provisto a continuación
https://www.ministeriotv.com/video/lo-que-se-llama-pecado-22404
viernes, 23 de abril de 2021
Habacuc 3.19
Jehová el Señor es mi fortaleza,
El cual hace mis pies como de ciervas,Y en mis alturas me hace andar
La guía divina para vivir en victoria
Leer | Proverbios 3.5, 6
Si usted se extraviara en un bosque, y encontrara una brújula en su bolsillo, es muy posible que no ignorara su orientación por seguir su propia intuición.
Al igual que una brújula, la Biblia ofrece una guía segura para la vida. Un pasaje particularmente útil es Proverbios 3.5, 6 (NVI), porque resume cuatro verdades fundamentales:
1. Confía en el Señor. Dios merece nuestra plena confianza pues Él nunca cambia (He 13.8; Stg 1.17).
2. No confíes en tu propia inteligencia. Puesto que la mente humana es finita, su entendimiento es limitado. Sólo Dios es omnisciente. Él lo ve todo, incluso los pensamientos y los motivos (He 4.13).
3. Reconócelo en todos tus caminos. Como el Creador de todo y el Planificador de la salvación, Dios tiene el derecho de hacer planes para cada vida. Él entreteje la vida de cada persona en el vientre materno, ofrece la salvación por medio de Jesucristo, y da los dones espirituales para que sean utilizados en su nombre. Así como el niño acude a su padre en busca de ayuda, los creyentes debemos depender de nuestro Padre celestial.
4. Dios promete enderezar tus sendas. Espiritualmente, el camino directo es más rápido y más fácil para viajar, pero no está libre de obstáculos. Si obedecemos los tres primeros puntos, el Padre celestial actuará para derribar los obstáculos que haya a lo largo de nuestro camino. ¿Se dejará usted guiar por la brújula de Dios, y confiará en Él? Al rechazar la autosuficiencia, y al reconocer su dependencia de Él, se mantendrá en la senda recta de la vida de santidad.
Por: Min. En Contacto
Fíate y reconoce
Proverbios 3.5-6
5 Fíate de Jehová de todo tu corazón,
Y no te apoyes en tu propia prudencia.
6 Reconócelo en todos tus caminos,
Y él enderezará tus veredas.
jueves, 22 de abril de 2021
Revivido y hallado
Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.
Lucas 15.32
El camino de la independencia espiritual
Leer | Lucas 15.11-24
Independencia espiritual significa vivir fuera de la voluntad de Dios, y elegir agradarnos a nosotros mismos.
Lamentablemente, los deseos pueden cegarnos. O bien queremos lo que no tenemos, o bien no estamos satisfechos con lo que sí tenemos. Nos exasperamos ante la invitación a negarnos a nosotros mismos para obedecer a Dios (Lc 9.23). La satisfacción personal se convierte en una prioridad, exponiéndonos al engaño. El enemigo pinta un cuadro hermoso, pero falso, de cómo serán las cosas si simplemente se produce un cambio en nuestras circunstancias. Empezamos a creer la mentira de que la gratificación puede encontrarse en otra parte, y a olvidar la verdad de que nuestra vida está completa en Cristo (Ef 1.3).
Cuando esta mentira nos influencia, es crucial que tomemos decisiones centradas en Cristo. A menos que filtremos nuestros deseos a la luz de la voluntad de Dios y nos aferremos a la verdad de que su gracia es suficiente (2 Co 12.9), tomaremos decisiones que parecerán buenas y que aparentarán ser inofensivas, pero nos apartaremos de la buena y perfecta voluntad de Dios. Durante un tiempo podemos encontrar placer en caminar fuera de su plan. Hacer lo que queremos en vez de lo que Dios quiere produce placer temporal, pero luego viene la desesperación y, muchas veces, el desastre.
No importa cuán lejos haya usted vagado espiritualmente, vuelva al Señor. Al igual que el padre en la historia del hijo pródigo, Dios espera darle una calurosa bienvenida. En Él, usted encontrará todo lo que necesita (Ef 3.18, 19).
Por: Min. En Contacto
Lectura sobre la reflexión
Lucas 15.11-24
Parábola del hijo pródigo
11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos;
12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.
13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.
14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.
15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos.
16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.
17 Y volviendo en sí, dijo: !!Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.
20 Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.
21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.
22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.
23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;
24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.
miércoles, 21 de abril de 2021
Confianza al orar
Leer | Mateo 7.7-11
A veces, nos volvemos impacientes en nuestra vida de oración. Podemos enojarnos, o simplemente darnos por vencidos y llegar a la conclusión de que Dios no nos escucha cuando no responde nuestras oraciones de inmediato o de la forma exacta que esperábamos. La verdad es que Dios se deleita en responder nuestras oraciones, y ha dado abundantes promesas que deben motivarnos a hablar con Él. Si entendemos lo que Jesús estaba diciendo en Mateo 7, podremos orar con mayor confianza.
Pedir es la parte fácil. Pedimos ayuda para hacer nuestro trabajo o protección para nuestros hijos. E incluso, pedimos estar más cerca de Dios.
Sin embargo, algunas veces necesitamos hacer algo antes de que Dios dé una respuesta a nuestras oraciones. Por ejemplo, si le decimos a Dios: “Señor, ayúdame a entender la Biblia”, debemos proceder a abrir la Biblia y comenzar a leerla.
Por último, llamar demuestra que estamos viniendo al Señor con un sentido de dependencia de Él. Reconocemos que no podemos manipular una respuesta a nuestras peticiones, sino confiar en el poder de Dios. Además, nuestra capacidad de “llamar” es incomparable, porque nuestro Dios está de una manera intensa y personal interesado en nosotros.
El Señor Jesús utiliza las palabras pedir, buscar y llamar, de tal manera que nos anima a “pedir y seguir pidiendo; buscar y seguir buscando; llamar, y seguir llamando”. En la Biblia, la oración es comparada con el incienso, lo que implica una corriente continua que fluye de nosotros hasta llegar al cielo. ¿Está usted ofreciendo una fragancia continua al Señor por medio de sus oraciones al Él?
Por: Min. En Contacto
Lectura sobre la reflexión de hoy
Mateo 7.7-11
7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
8 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
9 ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra?
10 ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente?
11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?
Por todos los hombres
Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres;
1 Timoteo 2.1
martes, 20 de abril de 2021
El Señorío de Jesús
Leer | Filipenses 2.5-11
Ya sea que usted haya sido creyente por muchos años, o puesto su fe en Cristo como su Salvador hace poco tiempo, hay una cosa importante que debe determinar en su corazón. Muchos cristianos entienden que Jesús murió en la cruz por sus pecados. Pero ¿quién es Él hoy?
La Biblia nos dice que Jesús es el Hijo de Dios, que se hizo carne y que entró en nuestro mundo en la forma de un siervo. Vino a vivir entre nosotros y a hacer posible que conociéramos a Dios. Luego, después de su muerte, su sepultura y su resurrección, fue exaltado de nuevo a su legítimo lugar como Señor y Soberano.
Es esencial que todo creyente entienda la persona y la posición de Jesucristo. A menudo lo llamamos “Señor”, pero ¿qué significa eso? La respuesta es que, como Señor y Creador, Él hizo y sostiene todas las cosas (Col 1.16, 17). Al poner nuestra fe en el Salvador, aceptamos su legítimo lugar en nuestra vida.
Como Señor, Él tiene autoridad sobre cada aspecto de nuestra vida. Somos ovejas que debemos seguir al Pastor (Jn 10.2-15). ¿Se niega usted a reconocer que Él tiene el derecho de determinar lo que hace y dónde va? Puede tener la seguridad de que el plan de Dios resulta siempre en plenitud de vida.
Jesús no es un gobernante distante y arbitrario; es su maravilloso y comprensivo Señor que le ama y ha preparado el terreno para que usted sea salvo, después de haber vivido una vida humana y sufrido inimaginablemente. Por eso, cuando Él dice: “Sígueme; yo haré que tu vida tenga significado”, puede tener la seguridad de que el Señor es digno de su confianza en todo momento.
Por: Min. En Contacto
Lectura sobre la reflexión de hoy
Filipenses 2.5-11
5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;
11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Evento del mes
Toda la información en el afiche lo consigues aquí
https://lagloriaesdedios.blog/2021/04/19/evento-de-abril-16/
domingo, 18 de abril de 2021
Las plagas señales de los tiempos
Ven y escucha este tema ofrecido en la Escuela Bíblica Dominical, haz clic en el vínculo para escuchar
https://www.ministeriotv.com/video/las-plagas-seales-de-los-tiempos-22359
Jesús, tiene toda potestad
Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
Mateo 28.18
Mensaje Pastoral
Escucha el nuevo tema en el Canal disponible bajo Patrimonio de la Humanidad, haz clic en el enlace para escuchar
https://www.ministeriotv.com/video/las-plagas-seales-de-los-tiempos-22359
viernes, 16 de abril de 2021
Jesús, la Luz del Mundo
Lo sagrado
“Manda a los hijos de Israel que te traigan para el alumbrado aceite puro de olivas machacadas, para hacer arder las lámparas continuamente” (Lev. 24:2).
En el Antiguo Testamento había fechas sagradas, lugares sagrados, objetos sagrados y actos sagrados. El templo era sagrado, con sus muebles y sus habitaciones, los utensilios usados en las ceremonias, las ofrendas los vestimentos de los sacerdotes, todo era sagrado, y todos eran símbolos, “figura y sombra de las cosas celestiales” (Heb. 8:5). Eran ilustraciones ricos en enseñanza de las realidades que tenemos ahora en Cristo. Ahora que tenemos a Cristo estas sombras ya no tienen razón de ser. En el Nuevo Testamento ya no tenemos una clase aparte de sacerdotes, todos lo somos (1 Pedro 2:9). No tenemos intermediarios, Cristo es el único y todo suficiente mediador entre Dios y los hombres (1 Tim. 2:5). No hacemos peregrinaje a lugares santos, todos subimos a la Jerusalén celestial (Heb. 12:22,23). No veneramos nada, ni a nadie. Todos somos santos (Ef. 1:1). Si tuviésemos la mismísima copa del cual el Señor y los apóstoles bebieron en la Ultima Cena, no significaría nada especial para nosotros, porque nuestra fe está fundada en realidades espirituales. Estas cosas materiales del Antiguo Testamento sirven para nuestra instrucción y edificación.
En el capítulo 24 de Levítico tenemos tres cosas sagradas: la lámpara y los panes del lugar santo del templo, y el nombre sagrado de Dios. El capítulo anterior versa sobre las fiestas importantes del año; éste sobre lo rutinario de cada día. La vida está compuesta de las dos cosas, de celebraciones emocionantes y del trabajo cotidiano. Ninguna cosa es más importante que la otra. Cumplir con el deber diario es tanto servir a Dios como lo es tener un papel importante en un evento especial. Nos es atractivo servir a Dios en lo grande, con los ojos de todos fijados en nosotros, sintiéndonos importantes por el ministerio que tenemos, pero así no son los caminos de Dios. Jesús pasó treinta años sirviendo a Dios en lo de cada día y solo tres años en lo extraordinario.
Las lámparas debían ser atendidas diariamente y el pan de la mesa cada semana. Era un servicio nada espectacular, pero no menos importante que presidir las grandes ceremonias. Dios es glorificado por nuestra fidelidad en lo grande y en lo pequeño. Al ir realizando fielmente nuestras responsabilidades comunes, vamos creciendo en santidad.
Las personas traían el aceite y los sacerdotes mantenían ardiendo las lámparas día y noche, “continuamente”. En Éxodo 37:17-23 tenemos una descripción de la lámpara. Era un objeto sagrado y se tenía que atender con sumo cuidado. “Dios es luz, y en él no hay tinieblas alguna” (1 Jn. 1:5). Con la misma atención y dedicación hemos de mantener nuestra relación con el Señor para que su luz siempre arda día y noche, o sea, “continuamente”, por medio de nuestras vidas. Para ello, tenemos que estar llenos del Espíritu Santo, quien es el aceite puro que arde para producir la luz de Dios. Cuando el aceite se consumía, había que volver a llenar el depósito, y lo mismo se aplica a nosotros. Tenemos que ir siendo llenados del Espíritu Santo (Ef. 5:18). El verbo es presente continuo. Como sacerdotes que somos, uno de nuestros deberes sagrados es atender a la lámpara que somos para que la luz de Dios, mediante su Espíritu, alumbre en este mundo oscuro donde Dios nos ha puesto para ser luz.
Enviado por: Hno. Mario Caballero
La Gloria Es De Dios
Dios, quien nos sigue sosteniendo de su mano, cubriendo con su Santa presencia para poder agradecerle la oportunidad de servir en su Reino compartiendo buenas nuevas para salvación de las almas. Una trayectoria para honra y gloria de su bendito nombre alcanzando vidas en las naciones con la poderosa Palabra de Dios que transforma el corazón, edifica el espíritu, vivífica el alma. Agradecidos por este 25 aniversario seguiremos diciendo: La Gloria Es De Dios. Gracias a todos ustedes por permitirnos servirles. Dios les bendiga.
jueves, 15 de abril de 2021
Redención del pobre
Repasemos cinco pasos mencionados por el comentarista Tidball. Si algún israelita contrajera alguna deuda que no podía pagar:
El primer paso (Levítico 25:25-28) era vender parte de su posesión: “Cuando tu hermano empobreciere, y vendiere algo de su posesión, entonces su pariente más próximo vendrá y rescatará lo que su hermano hubiere vendido” (v. 25). El pariente más cercano es el “go’el”, el pariente redentor. Tenemos una hermosa ilustración de esto en el libro de Rut. De esta manera la tierra quedaría en la familia.
El segundo paso (vs. 35-38). Si aun vendiendo parte de la propiedad el problema no quedaba resuelto, era la obligación del go’el darle trabajo y prestarle dinero sin intereses para pagar la deuda.
El tercer paso (vs. 39-46). La persona podía venderse a un pariente: “Y cuando tu hermano empobreciere, estando contigo, y se vendiere a ti, no le harás servir como esclavo” (v. 39). El pariente tenía que tratarle no como un esclavo, sino como un trabajador contratado. No le daba un sueldo, sino proveía para él. Esto solo podía durar hasta el próximo año del jubileo cuando toda la familia del hombre pobre recuperaba la libertad. La familia tenía la responsabilidad de velar por sus miembros. Quedaba prohibido explotar o beneficiarse de la pobreza del otro. Un israelita nunca podía tomar a otro israelita como esclavo, porque “son mis siervos, los cuales saqué yo de la tierra de Egipto; no serán vendidos a manera de esclavos” (v. 42), dice el Señor.
El cuarto paso (vs. 47-54). Si no se vendía a un miembro de la familia, sino a un forastero o peregrino (v. 47), podía ser redimido por un pariente cercano o, si llegase a adquirir dinero, podía redimirse a sí mismo (v. 49). El precio de la redención no era negociable; se calculaba según el número de años que quedaban hasta el siguiente año de jubileo.
El quinto paso. Si todo esto fallaba, el año de jubileo traía su libertad. Se le devolvía la propiedad. Este año resolvería todos los problemas de la pobreza.
El jubileo revela muchas cosas en cuanto a Dios: Defiende a los pobres y a los desposeídos. No solo tenía compasión de ellos, sino que también proveyó un sistema de rescate para ellos. No permitía que su pueblo se enriqueciese a causa de la pobreza de otros, ni que un hermano tratase a otro como esclavo. Enseñaba la responsabilidad de la familia de cuidar de sus miembros. No toleraba que la propiedad se quedase en manos de unos pocos, que los ricos llegasen a ser cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. No dejaba que las deudas nunca se pudiesen perdonar. Se oponía a la explotación egoísta de las tierras y las personas. Velaba por la justicia económica que forma parte integral de la santidad. Cuando vino Jesús, inauguró un jubileo mayor en el que las personas de todas las naciones tuviesen la posibilidad de liberarse de una esclavitud peor que la económica: la espiritual; y pagó la deuda más grande que habíamos contraído, la de nuestro pecado. Como pariente más cercano, el go’el, nos redimió a precio de su propia sangre y nos restauró a nuestro verdadero Dueño, a Dios su Padre. Nos puso en libertad, no para ser sus esclavos, sino para ser sus amigos.
Enviado por el Hno. Mario Caballero
Cristo, intercede por nosotros
¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
Romanos 8.34