Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Juan 8.12
La luz es una gran necesidad y ayuda a la humanidad. Antiguamente el “hombre” ha indagado como acercar, utilizar, hacer productiva y servirse de la misma. Desde aprovechando la luz solar, la luna y estrellas hasta haciendo chispas con rocas, usando yerba seca, madera, inventando mochos, quinqués, antorchas, faroles, faros, postes de alumbrado, linternas, lámparas de todo tipo, luz artificial, luz por sensor, luz que generan paneles solares aún en la actualidad continúa la ciencia con la tecnología buscando cómo o dónde se puede encontrar otras fuentes de luz y energía cada vez con mayor eficiencia, es decir, menos costosa y más provechosa.
A tal necesidad y como ayuda en un mundo en tinieblas, encontramos en las Sagradas Escrituras la referencia en el Antiguo Testamento, libro de Génesis 1.3 que Dios mismo creó la luz y le puso nombre para diferenciar entre lo claro y oscuro, llamándoles día y noche. Claramente queda establecido también en Génesis 1.16 “E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas”. Entonces, creó Dios, el sol, la luna y las estrellas. Cuando el hombre fue creado se encontró con todas estas maravillas del creador. No obstante con el tiempo y multiplicación de la humanidad fueron descubriendo otras maneras de lo creado por Dios para hacer posible el hacer más accesible dicha maravilla.
En la Palabra de Dios también encontramos innumerables citas bíblicas que utilizan el término día y noche o luz y tinieblas para identificar la condición espiritual del ser humano. Explicando que se menciona la noche o tinieblas para el “pecador” no arrepentido, es decir que no a confesado a Jesús el Hijo de Dios, Señor y Salvador de su alma. Y la contraparte, el día o luz para aludir a pecadores arrepentidos que ya confesaron a Jesús, Hijo de Dios, Señor y Salvador de nuestras vidas.
En la introducción del escrito usamos la referencia Juan 8.12 donde Jesús expresa de sí mismo ser la luz del mundo. Si el mundo tiene día y noche, lumbreras de día y noche no está hablando de luz material, sino de la espiritual. Y afirma ser la “luz” del mundo. El mundo estaba en tinieblas espirituales hasta que llegó la luz espiritual en la persona de Jesucristo. El mismo Jesús que es la “luz” la dará a quienes le siguen, de modo qué teniéndole a Él, se estará en “luz” y no “tinieblas” espirituales. Así que no hay otra manera de no estar en tinieblas espirituales, sino es a través de Jesús el Hijo de Dios y la luz del mundo. ¿Ya te arrepentiste? ¿Recibiste en tu vida a Jesús?. Ahora Jesús la “luz del mundo” brilla en ti y a través de ti.
Por la Hna. Pastora Daisy Rodríguez
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