“En esto me desperté, y ví, y mi sueño fue agradable” (Jer. 31:26).
Con todo razón, el sueño de Jeremías fue agradable, porque consistió en una hermosa revelación del eterno amor de Dios, lleno de misericordia y de esperanza. Dios conducirá de nuevo a su pueblo a la tierra de la promesa, al lado de arroyos de agua, por camino derecho para que no tropiecen. Aun los ciegos, cojos y las embarazadas no tendrán dificultad en seguirlo, porque la ternura de Dios les acompañará. Promete hacer volver al descarriado Efraín, restaurar su salud y sanar sus heridas: “Reprime del llanto tu voz , y de las lágrimas tus ojos; porque tu trabajo será premiado; hay esperanza para tu futuro; tus hijos volverán” (v. 16, 17). ¿Cómo no va a ser agradable su sueño con esta hermosa revelación de Dios? Las cosas que nos quitan el sueño son las que Dios promete remediar.
Ahora Dios va a hablar del nuevo pacto que hará posible todo esto, ¡porque lo que les ha prometido es en efecto el evangelio! Estas promesas son la sombra de lo que tendrá su cumplimiento pleno cuando estemos finalmente con el Señor. Ahora viene el nuevo pacto: “He aquí que vienen días , dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fue yo un marido para ellos, dice Jehová”. (v. 31). ¿Lo estás viendo? Dios los tomó por la mano para sacarlos de Egipto. Esto es lo que te pasó a ti también. Dios te sacó del mundo cogido de la mano. Te rescató con amor, compasión y ternura; te acompañó en su fidelidad. Dios fue un marido para ti. Después de sacar a Israel de Egipto les introdujo en el desierto donde les dio la ley, escrito en tablas de piedra, cosa que ellos violaron. “Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová; Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón” (v. 33).
Este es el pacto que celebramos los domingos en la mesa del Señor, el nuevo pacto en la sangre de Jesús que significa el total perdón de nuestros pecados. La ley escrito en nuestros corazones no es nada menos que el Espíritu Santo que vive en nuestro corazón para comunicarnos la ley de Dios, interpretárnosla, y darnos la capacidad de cumplirla con su divino poder. Sin Él sería imposible cumplir con las expectativas de Dios. Seguiríamos tan errantes como el pueblo de Dios en el antiguo pacto. La Sangre y el Espíritu son lo que hacen la diferencia. Tenemos a Jesús y a su Espíritu para mantenernos fieles a Dios en este precioso pacto en el cual Él es como un Marido para nosotros. Aquí tenemos el ministerio de la Trinidad: el Hijo nos salva por su sangre, el Espíritu escribe la ley en nuestros corazones para que nos conduzcamos como Dios ordena, y el Padre nos ama con el fiel amor de un Marido para guardarnos en el Camino. Esta es la salvación que nosotros, los del nuevo pacto, disfrutamos ahora en nuestros días.
Enviado por el Hno. Mario Caballero