Hechos 11:21
“Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor.”
Convertirse es una palabra que aunque no mencionada de por sí frecuentemente en las Sagradas Escrituras está amalgamada e implicada con la palabra “arrepentirse”. Que a su vez denotan el transformar es decir cambiar ideas (mente-pensamientos) así como personas es como una “simbiosis” de ambos. Existe la mente “carnal” (relacionada al ser humano) y la mente “espiritual” (relacionada a Dios). Antes de convertirnos vivimos con nuestra mente humana que es puramente carnal. Después de convertirnos experimentamos una transformación, es decir un cambio, a una mente “espiritual”. Podemos referirnos a una cita bíblica que nos arroja luz al respecto, veamos: 1 Corintios 2:16 “porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo. Convertirse al Señor al arrepentirnos transforma nuestra manera de pensar, y si cambia nuestra manera de pensar será notable a su vez en nuestra forma de actuar. Por eso arrepentirse (convertirse) conlleva a su vez un cambio de dirección, de rumbo. La mente (pensamiento) “espiritual” nos llevará a su vez a un cambio de dirección hacia Dios y el lugar eterno donde está. Imposible llegar por nuestra propia mente carnal (humana) mucho menos sin la ayuda de Cristo (mente espiritual).
El versículo bíblico de Hechos 11.21 hace referencia a las personas que escuchaban y recibían con fe las buenas nuevas del evangelio de Cristo por sus seguidores y el resultado era arrepentimiento, es decir, hace referencia al acto de convertirse, dejando atrás la vieja manera de pensar y vivir conforme a la mente “carnal”. Dicha acción luego se hace palpable en los nuevos pensamientos y actos que están acorde a la mente “espiritual” gracias a la obra de Cristo al convertirse. Como en aquel entonces a través de las edades siguen creyendo y convirtiéndose al Señor.
Por: Hna. Daisy Rodríguez