jueves, 14 de enero de 2021

Una cruz para Jesús, una cruz para mí

 Si alguno quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Lucas 9:23



Ésta es la primera vez que aparece la palabra ‘cruz’ en el Evangelio de Lucas, curiosamente no para referirse a la de Jesús, sino a la nuestra. Jesús hace este anuncio en medio del anuncio de su propio sufrimiento y, si bien fue sumamente claro en decir lo que como el Mesías de Dios habría de sufrir, los discípulos no conectaron estas palabras con su sufrimiento y muerte.

Sólo después de la resurrección de Jesús, y más aún, después de Pentecostés, es que estas palabras de Jesús tuvieron sentido para los discípulos. Sólo después de los hechos entendieron que el Mesías, para poder salvarnos de nuestros pecados, tenía que cargar su cruz, ser colgado en ella, y morir como criminal. Porque sólo quien muere puede resucitar.

¿Cuánto tiempo te lleva a ti entender el anuncio de Jesús de que debes cargar tu propia cruz? Cuando Jesús cargó su pesada cruz, la que nos correspondía a ti y a mí, la que tenía encima todos nuestros pecados, no se quejó, no se negó, ni pospuso ese momento para más adelante. En un sentido, cuanto antes terminara su obra de morir y resucitar, tanto más antes se podría anunciar el evangelio del perdón.

La cruz del cristiano está definida como el sufrimiento que tiene que padecer por creer en Cristo. El sufrir a consecuencia de nuestros pecados no es una cruz. Sufrir la incomprensión, la burla, o la persecución por causa de la fe es cargar nuestra cruz. Reconozco que mi cruz es mucho más liviana que la de muchos hermanos alrededor del mundo. Mi corazón los abraza, y mi espíritu ruega por ellos, para que su fe no les falte.

Amado Padre, danos fuerza y entereza para cargar cada día con nuestra cruz. Amén.

Por CPTLN