lunes, 18 de enero de 2021

Si no estoy seguro de la voluntad de Dios

 Así que a éste espero enviaros, luego que yo vea cómo van mis asuntos” 

Fil 2:23

            Al contrario de lo que pueden pensar algunos, no siempre sabemos cuál es la voluntad de Dios. A veces necesitamos conocerla para hacer planes, oramos y se lo preguntamos al Señor, pensamos que es cierta cosa, pero no estamos cien por cien seguros. Si Dios no nos la revela con total claridad, no podemos estar seguros. En esta ocasión, esto es lo que le pasó a Pablo. Tuvo que organizar unas visitas a Filipos y notificar a los hermanos de la iglesia, pero como no sabía cuál iba ser el veredicto de su juicio, si iba a ser sentenciado a muerte o si iba a ser puesto en libertad, no podía planear su futuro. No era falta de fe por parte del apóstol, ni por falta de oración, ni por poca espiritualidad, sino porque Dios no le reveló lo que le iba a pasar, y Pablo tuvo que hacer planes con insuficiente información. 

            Estaba en la cárcel esperando su juicio y Epafrodito y Timoteo estaban con él. No sabía si le esperaba el martirio o la libertad y la iglesia estaba esperando noticias suyas en cuanto a sus planes de visitarles. Creía que sería puesto en libertad, pero no estaba seguro. Así que les escribe a los filipenses que les va a mandar a Epafrodito ahora, porque él quiere verlos para asegurarlos que está bien después de su grave enfermedad, para aliviarles en su preocupación en cuanto a cómo realmente está. Pablo les va a mandar a Timoteo luego, cuando sepa el resultado del juicio. Si es la libertad, le mandará enseguida con las buenas noticias; si es el martirio le mantendrá con él hasta que se haya ejecutado la sentencia, y después saldrá Timoteo para Filipos. Y finalmente, Pablo también irá para visitar a esta amada iglesia, si es puesto en libertad.

            Hay varias cosas que nos llaman la atención con la forma de Pablo de tratar este asunto, a saber, que tuvo la humildad de reconocer que Dios no le revelaba todo, y que buscaba el calor humano. El gran apóstol Pablo necesitaba el consuelo de su amado hijo en la fe, Timoteo. Pensaríamos que Pablo no necesitaba a nadie, que era autosuficiente porque tenía al Señor, pero nos equivocamos. Él valoraba muchísimo sus amistades. Se gozaba de la comunión con ellos, de su colaboración, y de su apoyo, ánimo, consuelo y amor. No quería enfrentar la muerte solo, si lo podía evitar, y cómo Timoteo ya estaba con él, quería mantenerle a su lado hasta el final, si esto iba a ser el desenlace. La espiritualidad no consiste en tener una línea directa con Dios y fardar de ello, sino en hacer nuestros planes dejando margen al Señor, si Él los quiere cambiar.

            A veces conocemos la voluntad de Dios con certeza y a veces no, porque no nos la ha revelado, y otras veces pensamos que la conocemos, pero no estamos seguros. Si la conocemos, no es para jactarnos y mostrar a todo el mundo cuán espirituales somos, y si no la conocemos y la hemos buscado, no es nuestra culpa, ni por falta de madurez espiritual. Si creemos que la conocemos, pero no estamos seguros, tenemos que andar con pies de plomo, ser flexibles, honestos y humildes, abiertos al Señor. Si no estamos seguros, nunca debemos hacer promesas que no estamos seguros de poder cumplir, pasando por súper espirituales. Sabemos lo que Dios quiere que sepamos y con esta información tenemos que movernos y hacer nuestros planes. Sepamos mucho o poco, lo nuestro siempre es un andar por fe, en total dependencia en el Señor.   

Enviado por el Hno. Mario Caballero