lunes, 11 de enero de 2021

El castigo merecido

 “Mientras estaban ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató. Y el Señor le dijo a Caín: ‘¿Dónde está tu hermano Abel?’ Y él respondió: ‘No lo sé. ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?’ Y el Señor le dijo: ‘¿Qué es lo que has hecho? Desde la tierra, la voz de la sangre de tu hermano me pide que le haga justicia.'” Génesis 4:8b-10



Si uno se guía por lo que ve en los programas de televisión, puede pensar que todas las investigaciones de homicidios terminan con el arresto y condena del culpable, y que todo sucede en 30 ó 60 minutos, según la duración del programa.

Sin embargo, y en contraste a lo que muestra la televisión, las cifras dadas por el FBI dicen algo muy diferente. Sus estadísticas dicen que cada vez es menor el porcentaje de asesinatos resueltos. En 1963 era del 91%. Hacia el final de la década de los años 70 había caído a un 80%, y en los años 80 bajó a un 70%. En el 2007, sólo el 50% de los casos de asesinato fueron resueltos.

Esto quiere decir que cada vez hay más personas caminando por las calles y viviendo en nuestros vecindarios que están libres, a pesar de haber asesinado a alguien.

O al menos así lo creen.

Después de haber enterrado a su hermano, Caín, el asesino más famoso del mundo, creyó haber cubierto su crimen. Pero su falso sentido de seguridad fue echado por la borda cuando Dios le exclamó: “-¡Qué has hecho! Desde la tierra, la sangre de tu hermano reclama justicia.”

La verdad es que, por más que los testigos no hablen y que la evidencia permanezca oculta, ante Dios nadie logra ocultar nada. El Padre sabe todo lo que hacemos, y nuestro pecado no lo hace feliz.

Por eso es que Jesús vino al mundo: para salvarnos de nosotros mismos. Para salvar a los asesinos, para cargar con la culpa de sus crímenes, para pagar el precio del castigo, y para ofrecer el perdón a todo el que se arrepienta y se vuelva a él en fe. Aún cuando los criminales tengan que pagar el precio que la ley de su país exige, quienes creen en Jesús son bendecidos con el perdón comprado con su sangre.

Esa es una buena noticia tanto para los criminales, como para pecadores no-criminales como usted y yo.

Por CPTLN