“Así, pues, justificados por la fe tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.” Romanos 5:1
Las palabras tienen mucho peso. Una simple palabra puede cambiar el rumbo de toda una vida. Por ejemplo, una palabra de vital importancia es la que nos presenta hoy el apóstol Pablo: justificación. Su significado bien vale la pena nuestra atención. En general, cuando hablamos de justificarnos, pensamos en cuando tratamos de encontrar motivos o razones para no tener que pagar por algún error cometido. Así, por ejemplo, nos justificamos con el jefe porque llegamos tarde al trabajo; o un niño se justifica ante la maestra porque no cumplió con su tarea. En fin, en nosotros surge naturalmente la inclinación a justificar nuestras acciones, sobre todo si fueron indebidas o incompletas.
Pero la Palabra de Dios nos habla de otro tipo de justificación: nos dice que somos justificados por medio de la fe. ¿Qué significa aquí que somos justificados? En primer lugar, queda claro que es algo que no hacemos nosotros, sino que otro lo hace en nuestro lugar. Pero, ¿quién? Jesús, el Hijo de Dios. ¿Por qué? Porque Delante de Dios nadie pudo, puede ni podrá justificarse por lo que ha hecho o ha dejado de hacer. No hay forma de que lo hagamos, pero sí hay forma de que lo recibamos. Jesús, el único hombre sin pecado, entregó su vida en la cruz como pago por nuestros pecados. El resultado de su muerte es nuestra justicia, por lo cual somos justificados. Ya no hay condenación ni debemos buscar excusas sino que ahora somos llamados al arrepentimiento y a confesar nuestro pecado para recibir perdón. Por eso, al ser justificados, tenemos paz con Dios.
Por: CPTLN