lunes, 14 de diciembre de 2020

El puzzle de Dios

 “Dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempo, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra” (Ef. 1: 9, 10).

En su infinita sabiduría Dios elaboró un PLAN para el universo para solucionar “el problema” del cual todos somos conscientes. En una palabra, el problema es la desunión. Este mal ha afectado todos los niveles de nuestra vivencia: al hombre, la sociedad, los países, y la misma naturaleza. Todo está mal. Hay desunión, división y separación en todos los niveles.

La desunión es otro nombre para el pecado. La unión es el amor y la desunión es el odio. En el matrimonio cuando la pareja está unida, se aman, hay paz y bienestar. Cuando están desunidos hay discordia, guerra y, finalmente, separación. Lo mismo pasa en las relaciones entre unos y otros: hay desunión, desavenencia, conflicto, celos, rivalidades, descalificaciones, desprecio, insultos, peleas, rechazo, odio y muerte. Entre naciones pasa lo mismo: división, injusticia, guerra, crueldad, y muerte. En la naturaleza hay enfermedades, plagas, sequías, hambres y muerte. El hombre está separado de Dios y esto resulta en desunión, división, rebeldía y, finalmente, muerte.

Lo podríamos ilustrar con un puzle. Abrimos la caja y encontramos una bolsa con un montón de piezas sueltas. Están separadas y desunidas. Están desordenados, no tienen sentido, no se percibe el diseño, ni el propósito. No comunican nada y no sirven para nada, tal como están.

El PLAN de Dios es unificarlo todo en Cristo: plantas, peces, aves, animales, hombres, países, ángeles, poderes espirituales, planetas, sistemas solares, el universo, todo unido en Cristo. La solución a la división y la separación es la unión. Esto lo podemos ilustrar con el puzle montado. Con todas las piezas unidas se ve el diseño inteligente del artista, el sentido, el propósito, y la necesidad de cada pieza para completar el conjunto. No sobra ni falta ninguna pieza. Con el puzle montado vemos el genio del artista que lo diseñó. Tiene sentido. Comunica aquello que tuvo en mente cuando lo hizo. Y cuando Dios ponga cada pieza del universo en su sitio en su puzle, cuando todo esté unificado y centrado en Cristo, se verá el cuadro completo, y será para la gloria del Artista, el Creador.

Cada parte de la Creación y cada persona es una pieza necesaria para que el puzle sea completo. Tú y yo somos piezas en el gran puzle de Dios. Tenemos nuestro lugar. Cada pieza es única, tiene su sitio, su forma distinta, contribuye al sentido, y es indispensable e insustituible. Sin ti, no se completa. Dios no va a dejar ningún hueco en su puzle. Pondrá cada pieza en su lugar, y cuando lo veamos completamente hecho, veremos su gloria, lo brillante que ha sido en todo lo que ha hecho, permitido, ordenado, y planeado. Veremos su infinita sabiduría y nos quedaremos maravillados, porque finalmente todo será unido para la alabanza de su gloria.

Enviado por el Hno. Mario Caballero