Leer | Génesis 22.1-14
Si estamos decididos a avanzar espiritualmente, no podemos conformarnos con una fe pequeña. Quitamos la mirada de nosotros mismos y la ponemos en el Señor, porque anhelamos tener más fe.
Comenzamos convirtiéndonos en estudiantes de la Biblia, con el deseo irresistible de experimentar la presencia del Señor, pasar más tiempo con Él, y ser conformados a la semejanza de Cristo.
La segunda característica de una fe más profunda, es la fuerte confianza en el Espíritu Santo, evidenciada por la costumbre de acudir a Dios antes de tomar decisiones. Tercero, demostramos la disposición de esperar en Dios y confiar en lo que Él dice. El Señor alabó al centurión por su gran fe. Por confiar en la persona y en el carácter de Jesús, el soldado creyó que la palabra de Cristo era todo lo que se necesitaba (Mt 8.5-10).
Pero hay un nivel de fe aun mayor, en el que la incredulidad es desterrada y solo la confianza en Dios permanece. Abraham mostró esa confianza cuando el Señor le ordenó que sacrificara a Isaac. La poca fe nunca habría cortado la madera o ensillado los asnos para hacer el viaje. La fe que él tenía lo impulsó a hacer el viaje, tal como Dios le había ordenado, creyendo que el Señor resolvería las cosas. La fe total actuará como hizo Abraham: él creyó lo que el Señor le había prometido; cumplió con la orden divina, aunque eso parecía contradecir la promesa que Dios le había hecho.
Que la fe total sea la oración y la aspiración de su corazón. El Espíritu Santo está siempre listo para ayudarle a alcanzar el siguiente nivel de fe.
Por: Min. En Contacto