“Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él” (2 Tim. 2:24-26).
Hemos mirado las cualidades de carácter que necesita tener el siervo del Señor. Ahora vamos a ver cómo trata los problemas que afronta. Notemos que su forma de actuar procede directamente de la personalidad que tiene.
“Que con mansedumbre corrija a los que se oponen”. Esto va a por todos los que sirven al Señor en cualquier capacidad: maestros de la escuela dominical, líderes del grupo de alabanza, la presidenta de la unión femenina, el responsable de la reunión de oración o de la guardaría. Siempre habrá los que se oponen. Te sacan de quicio, pero el siervo del Señor se controla. No se enfada. No dice nada fuera de lugar. Corrige con paciencia a los que no se someten a su autoridad, o le contradicen, o enseñan otra doctrina.
Pablo delegó autoridad a Timoteo para poner orden en la iglesia de Éfeso, pero había personas que se opondrían. Podría ser porque eran conflictivos, o porque se creían más capaces que Timoteo, o que tenían otra manera de hacer las cosas, o porque se creían más formados, o más espirituales que Timoteo. Los opositores que son (o se creen) muy espirituales son muy difíciles que corregir, porque se consideran con autoridad superior, porque piensan que tienen una relación especial con Dios en la cual les revela su voluntad a ellos. Estos últimos no se someten a nadie.
¿Dios da autoridades que se oponen entre sí? ¿Establece una autoridad en la iglesia y luego revela su voluntad a otra persona que la contradice? Hay una persona en la iglesia designada a llevar la evangelización, pongamos. Él propone una cosa y tú propones otra. ¿Dios puede revelar un plan de acción a ti que contradice la visión del responsable? No lo creo. Dios no da dos autoridades que están en conflicto el uno con el otro.
Si el responsable se acerca a ti para corregirte y tú le dices que no colaborarás con su proyecto porque Dios te ha revelado otro, ¿qué? Puede ser que su plan no era muy bueno y el tuyo brillante, pero que lo que Dios pretendía hacer en ti en medio de todo esto, si sometes, era una obra de santificación en ti que, a lo largo, te haría un evangelista mucho más eficaz, una persona humilde que puede dar mucho más fruto para la obra. Si no te sometes, caerás en la trampa del diablo, el orgullo (v. 26), aportarás conflicto en la iglesia. Si realmente eres tan espiritual, la iglesia lo habría reconocido y te habría puesto a ti por responsable. Pero si no, ¿por qué? ¿Porque los lideres no son espirituales, o porque buscas tu propio protagonismo? Si te rebelas, sube tu carnalidad, y caes en lazo del enemigo con un alto sentido de tu propia importancia. ¿Cómo me puede usar Dios para evangelizar si él resiste a los orgullosos?
Pues, Dios pide sumisión de nuestra parte y mansedumbre de parte del responsable. Que éste tome la iniciativa, que corrija, pero que lo haga con humildad por amor al opositor, para que esta persona sea librada del mal y santificada para que Dios le use.
Enviado por el Hno. Mario Caballero