“Se fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” (Ap. 2:10).
A la hora de la verdad, cuando Pedro tuvo que decidir entre su propia vida y su relación con Cristo, negó a su Señor. Juró que no le conocía: “Se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el galileo… Pero él negó otra vez con juramento: No conozco al hombre” (Mat. 26:69-72). Con una mirada de Jesús fue llevado al arrepentimiento, y Pedro salió y lloró amargamente. Si no hubiese rectificado, no habría podido seguir como discípulo, como seguidor de Cristo; se habría perdido. Dios le dio una segunda oportunidad de serle fiel hasta la muerte y esta vez Pedro fue valiente. Según la tradición de la iglesia dijo que no era digno de morir como su Maestro, y fue crucificado con la cabeza por abajo.
No vale creer en Cristo en el corazón y negarle con la boca: “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Rom. 10:9). Las dos cosas van juntas, el creer en el corazón y el confesar con la boca. Jesús dijo: “A cualquiera, pues que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielo. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mat. 10:32, 33). Y: “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí” (Mat. 10:37). “Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios; mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de de Dios” (Lu. 12:29). “Si le negáremos, él también nos negará” (2 Tim. 2:12). “Los cobardes… tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Ap. 21:8).
Una mujer anciana, enferma, necesitada de ser cuidada, tiene que tomar una decisión muy difícil. Si se queda en casa de familiares, no le permitirán tener una Biblia o recibir visitas de parte de creyentes. Tendrá que cortar la comunión con la iglesia. La alternativa es decir que no va a renunciar a la Biblia, ni a su relación con sus hermanos en Cristo, y ver lo que pasa. Si su familia le niega la posibilidad de practicar su fe, ella tendrá que tomar su lugar como creyente, confesar su fe en Cristo y sufrir las consecuencias. ¿Qué pueden hacer? Queda por ver. Puede ser que cambien de parecer al ver su resolución. Puede ser que la hagan la vida imposible. Puede ser que rehúsen tenerla en su casa. Puede ser que corten la relación con ella. Es un precio muy alto para una anciana dependiente y frágil. En tal caso, esto le llevaría a tomar un paso de fe y creer que el Señor proveerá cuidados alternativos para ella. La iglesia tendrá que serle familia de verdad. Si ella niega al Señor, las consecuencias son terribles. Habrá negado la fe. Jesús le negará delante del Padre. Le dirá: “Apártate de mí, nunca te conocí”. Pero si ella es fiel hasta la muerte, el Señor le dará la corona de la vida que ha prometido para los que le aman.
Enviado por el Hno. Mario Caballero