Cuando Jesús “tomó nuestro lugar”, se trataba de algo más que ir a la cruz.
Sí, no solo tomó nuestro lugar al ser condenado por nuestros pecados, sino que también tomó nuestro lugar en otro aspecto -como alguien que caminó perfectamente en pacto con Dios. Jesús vivió como un hombre que no tenía pecado, sin mancha, que guardó cada mandamiento santo, y que cumplió la ley con perfecta obediencia. Él hizo que el pacto sea completo. ¡Esta es una noticia increíble!
Sin embargo, aquí hay noticias aun mejores: Jesús no se dejó los beneficios del pacto para Él solo, sino que los comparte con todos nosotros. Cuando Él está ante el Padre, dice: “He traído a mis amigos conmigo para compartir con ellos las bendiciones de Tu pacto. Cuando ellos están delante de Ti, lo hacen en Mí. Así que toda mi justicia es de la ellos y su perdón es activado a través de nuestro pacto, Padre”.
¡Gracias a Dios que no nos eligió a nosotros para mantener el pacto con Él! Sin embargo, el hombre que ha mantenido el pacto en forma perfecta nos pide unirnos a Él en su relación de pacto con el Padre. Y cuando decimos que sí, andamos en el propio Espíritu de Cristo. Esto es lo que Ezequiel profetizó cuando dijo: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros… Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos” (Ezequiel 36: 26-27).
Algunos cristianos se sienten abrumados ante la idea de guardar los mandamientos de Dios y piensan: “Tengo que leer más la Biblia, orar más y evangelizar más”. Si piensas de esa manera, no estás viviendo bajo el Nuevo Pacto, estás viviendo bajo la Ley Mosaica, y eso es una completa miseria, porque nunca se puede guardar totalmente la ley; cuando se quebranta una parte de ella, se la quebranta toda.
Cuando vienes a Cristo, es de esperar que la revelación del Nuevo Pacto de Dios haga brillar una luz de la comprensión en tí. No es necesario que se te dé la orden de buscar el rostro de Dios, de compartir las buenas nuevas de Cristo con tu vecino, de conocer la libertad que tienes en Aquel que logró todo para tí. ¡Su naturaleza comenzó a transformar tu naturaleza-y tú haces estas cosas con un corazón de alegría!
Enviado por el Hno. Mario Caballero