La ira de Dios contra el Rey de Judá, los pastores y los falsos profetas
“Oye palabra de Jehová, oh rey de Judá que estás sentado sobre el trono de David, tú, y tus siervos, y tu pueblo:… Haced juicio y justicia, y librad al oprimido de mano del opresor, y no engañéis ni robéis al extranjero, ni al huérfano ni a la viuda, ni derraméis sangre inocente en este lugar”.
(Jer. 22:2, 3)
Del rey Dios esperaba justicia y no la hubo. Por eso. la ira de Dios se colmó contra él. No fue juzgado por pecados religiosos, sino socio-políticos. No cumplió con su responsabilidad como rey. Dios le había encargado hacer justicia, ser recto, atender a las necesidades de los indefensos y proteger a los inocentes, pero no lo hizo. No fue como su padre quien “juzgó la causa del afligido y del menesteroso, y entonces estuvo bien. ¿No es esto conocerme a mí? Dice Jehová” (v. 16). Del él dice:“mas tus ojos y tu corazón no son sino para tu avaricia” (v. 17). Cae el juicio de Dios sobre él: será llevado al cautiverio y allí morirá.
De los pastores Dios esperaba que cuidasen de su rebaño: “¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebano! Dice Jehová” (23:1). “He aquí que yo castigo la maldad de vuestras obras, dice Jehová” (v. 2). En este contexto. llega una profecía acerca de lo que Dios mismo hará a favor de sus ovejas: “Yo mismo recogeré el remanente de mis ovejas de todas las tierra adonde leas eché… y pondré sobre ellas pastores que las apacienten” (v. 3, 4). Entonces Dios anticipa el día cuando mandará “Él Gran Pastor de la ovejas”: “He aquí vienen días , dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamará: Jehová, justicia nuestra” (v. 5, 6). En los días negras cuando el rey es injusto y los pastores irresponsables, Dios da la promesa que un día Él mandará al Rey perfecto y al Pastor que salvará a las ovejas.
De los profetas Dios esperaba que transmitiesen su palabra, pero engañaron al pueblo. “Y en los profetas de Jerusalén he visto torpezas; cometían adulterios, y andaban en mentiras, y fortalecían las manos de los malos, para que ninguno se convirtiese de su maldad… de los profetas de Jerusalén salió la hipocresía sobre toda la tierra” (v. 14, 15). ¡Están profetizando paz y liberación! Dan falsas esperanzas al pueblo. Confunden. Profetizan mentiras en nombre de Dios. Su problema es que nunca han oído la voz de Dios: “Si ellos hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y lo habrán hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras” (v. 22). No han avisado al pueblo y como consecuencia el pueblo morirá.
Tanto el rey como los sacerdotes como los profetas han fallado, cada uno en lo suyo; son culpables, y el pueblo irá a la cautividad. El juicio de Dios consiste en descubrir si cada uno ha desempeñado fielmente la responsabilidad que Dios le ha encomendado. Aquí cado uno de nosotros tenemos que parar y reflexionar.
Enviado por el Hno. Mario Caballero