“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligros. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella”
(2 Tim. 3:1-5)
¡Éstos pretenden ser creyentes! “Tendrán la apariencia de piedad”. Si unos pretenden ser creyente, pero tienen un carácter así, “a éstos evita” (v. 5). No tengas nada que ver con ellos. No importa cómo hablan, no son del Señor. Son falsos. Estamos viviendo en tiempos de las tres cosas nombrados por el apóstol: gente rebelde, maestros falsos, y la persecución de verdaderos creyentes.
¡Las cosas que el apóstol Pablo dice de estos hombres son tremendas! “De éstos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a la mujercillas cargadas de pecados”. Engañan a mujeres que siempre quieren aprender más de Dios, “pero nunca llegan al conocimiento de la verdad” (v. 7). A ellas les atrae lo sobrenatural. Están abiertas a toda clase de aprendizaje. Buscan a hombres como Janes y Jambres (3:8). Éstos últimos eran los sacerdotes/magos egipcios que hicieron los mismos milagros que hizo Moisés, hasta que ya no podían, porque les salió la plaga de las úlceras de la piel (ver Éx. 7:11, 12, 22; 8:7; 9:11). Parece que las mujeres que están engañadas por estos falsos profetas buscan poderes especiales. Están impresionados por los milagros que ven. ¡Qué combinación! ¡Hombres que impresionan con poderes sobrenaturales y mujeres que buscan secretos de Dios! Hay dos clases de milagros: los que proceden de Dios y los que no. Los falsos impresionan a gente simple que buscan algo espectacular.
De esto sacamos la enseñanza de que en los últimos tiempos habrá milagros de las dos clases, gente engañada, y gente que engaña, que resisten a los verdaderos hombres de Dios, que los imiten, pero al final no pueden hacerlo, y la verdad queda patente. Los que son engañados son gente depravada, estos “amadores de sí mismos”, etc. La persona que es engañada no es un pobre inocente, sino una persona mala, como lo es el que engaña, ¡y los dos se atraen el uno al otro!
La última cosa que leemos de los últimos tiempos es la persecución de los verdaderos creyentes: “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (3:12). Esto es lo que estamos viendo en la verdadera iglesia por toda Asia. La iglesia de Europa ha hecho componendas con el mundo y vive tranquila.
Frente a este panorama, ¿qué tenemos que hacer nosotros? “Los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados, pero persiste tú en los que has aprendido y te persuadiste… las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio”. ¿Y qué tenemos que hacer con ellas? “Enseñar, redargüir, corregir, instruir en justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (3:13-17). El conocimiento de las Escrituras no es un fin en sí mismo, sino un medio para prepararnos para hacer “toda buena obra”. En estos malos tiempos que corren tenemos que estar involucrados en ellas.
Enviado por el Hno. Mario Caballero