“El sacerdote Pasur hijo de Imer, que presidía como príncipe en la casa de Jehová, oyó a Jeremías que profetizaba estas palabras. Y azotó Pasur al profeta Jeremías y lo puso en el cepo que estaba en la puerta superior de Benjamín, la cual conducía a la casa de Jehová” (Jer. 20:1, 2).
Jeremías tuvo que pagar un precio muy alto por su fidelidad al Señor. Su mensaje no gustaba, pero era mensaje de salvación para los que hicieron caso. Profetizó sobre la destrucción de Jerusalén por sus abominaciones y por su horrendo pecado contra Dios y contra la humanidad. Dijo que los que se rendían al ejército babilónico se salvarían, pero los que se quedaban en la ciudad, confiados en que Dios les salvaría, como habían profetizados los falsos profetas, éstos morirían de hambre, pestilencia y espada.
Lo que decían los falsos profetas era muy atractiva: “No os preocupéis, Dios en su gran poder os librará de la mano del rey de Babilonia”. Sonaba bien, pero esta palabra no venía de parte de Dios. Procedía de una falsa espiritualidad basada en sus deseos humanos. Los líderes religiosos estaban de parte de este “evangelio falso”. Jeremías estaba solo frente a esta falsa espiritualidad. Sus enemigos no eran paganos, sino que profesaban fe en Dios. El sacerdote Pasur “que presidía como príncipe en la casa de Dios” echó mano al profeta Jeremías y le azotó y le puso en el cepo.
Hoy día, los falsos profetas del evangelio de la prosperidad, por un lado, y los súper espirituales que profetizan avivamientos por otro, son los que se levantan contra los verdaderos mensajeros de Dios que denuncian el pecado y predican quebrantamiento, arrepentimiento y santidad de vida. Estos hablan de la justicia de Dios y del juicio venidero. Este mensaje se encuentra con burla, crítica y rechazo. ¿Qué precio estás tú dispuesto a pagar por ser fiel a las Escrituras? En algunos países, te pagarán con la muerte, en otros con abuso, prisión, odio, o rechazo. Puede ser que tengas que pagar el precio de no casarte, como Jeremías. El lema de mi sobrino quien es evangelista en África y Asia es : “Tomar tú cruz para salvar a los perdidos”. Esto es lo que él ha hecho.
El día siguiente Pasur sacó a Jeremías del cepo. El profeta se encaró con él y le dio una palabra de profecía personal: “Tú, Pasur, y todos los moradores de tu casa iréis cautivos; entrarás en Babilona, y allí morirás, y allí serás enterrado tú, y todos los que bien te quieren, a los cuales has profetizado con mentira” (v. 6).
En su soledad Jeremías se echó sobre Dios y soltó todo su dolor: “Me sedujiste, oh Jehová, y fue seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí” (v. 7). Cuando intentó retener la palabra de Dios para no transmitirla, dice: “Había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude” (v. 9). Aun sus amigos se conspiraron contra él (v. 10). El sufrimiento de Jeremías le hizo pedazos, hasta el punto de desear nunca haber nacido, pero no dejó de predicar la palabra de Dios.
Enviado por el Hno. Mario Caballero