“Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto los que me persiguen tropezarán… Cantad a Jehová, load a Jehová, porque ha librado el alma del pobre de mano de los malignos. Maldito el día en que nací” (Jer. 20:11-14).
Jeremías es auténtico. Vuelca todas sus emociones contradictorias sobre Dios con toda la honestidad de su alma. Llegó al mismo punto a donde llegó Job. No desea la muerte, sino nunca haber nacido. Dios no le recrimina nada. La fe cristiana no es aguante y resignación pasiva, sino el entrar en diálogo real con Dios.
Después fue a visitar al profeta el sacerdote Pasur con un mensaje del rey:“Consulta ahora acerca de nosotros a Jehová, porque… quizá Jehová hará con nosotros según todas sus maravillas y aquel (Nabucodonosor) se irá de sobre nosotros” (21:2). De entrada parecen palabras fe. A pesar de tener el ejército enemigo sitiando la ciudad, creen que todavía Dios puede salvarles. ¿Pero no ha dicho Jeremías ya hasta la saciedad que esto no va a ocurrir? ¡Qué obstinados! Jeremías ya había dicho a Pasur que iba a morir en Babilonia. ¿Piensan que Dios ha cambiado de parecer, que va a contestar: “Lo he pensado mejor y mi nueva palabra es que seréis librados”? Si tú ya has dicho mil veces lo que la Palabra de Dios enseña y viene alguien y vuelve a preguntar, y ver si le das una respuesta diferente, ¿qué le vas a decir: que Dios tiene una palabra diferente para esta generación? ¿Que lo que antes estaba mal ya está bien? ¿Que Dios cambia de parecer cada dos por tres según la moda de pensar de la gente?
Jeremías contesta con palabras muy fuertes, ¡que Dios mismo luchará contra ellos! Así ha dicho el Señor: “Pelearé contra vosotros con mano alzada y con brazo fuerte, con furor y enojo e ira grande” (v. 5). La respuesta es contundente. Pero hay esperanza. Los que se quedan en Jerusalén serán destruidos, “mas el que saliere y se pasare a los caldeos que os tienen sitiados, vivirá, y su vida le será por despojo” (v. 9). Cada uno tenia que decidir: ¿Quién es el profeta que habla palabra de Dios, Jeremías o los otros? Y luego tenía que salir de Jerusalén y rendirse al ejército babilónico creyendo que no le iban a matar, solo porque Dios lo había dicho: “Y a este pueblo dirás: Así ha dicho Jehová: He aquí pongo delante de vosotros camino de vida y camino de muerte” (v. 8). Cada uno tenía que escoger.
Hoy día es lo mismo. Hay evangelios falsos que no exigen ningún compromiso, solo prometen, y no tienes que pagar ningún precio para seguir a Cristo. Los hay que dicen que la ética ha cambiado. Tú tienes que discernir: ¿Quiénes son los que hablan de parte de Dios? ¿Qué dice su Palabra? ¿Voy a creer esta nueva Palabra de Dios que me lo pinta todo muy fácil, o voy a atenerme a lo que Dios ya ha dicho y edificar mi vida sobre aquello? “Así ha dicho Jehová: He aquí pongo delante de vosotros camino de vida y camino de muerte”. Qué cada uno elija.
Enviado por el Hno. Mario Caballero