jueves, 25 de junio de 2020

El evangelio de la Gracia de Dios

Leer | Hechos 20.16-24

Al apóstol Pablo lo consumía una pasión que era aun más grande que su deseo de vivir o el temor al sufrimiento. Tenía un ministerio que cumplir y un mensaje de salvación que entregar. Sus palabras en Hechos 20.24 nos ayudan a entender el concepto fundamental involucrado en nuestra salvación. Pablo lo llamó “el evangelio de la gracia de Dios”.

Somos salvos simplemente porque Dios es misericordioso. Él sabía que nunca podríamos llegar a ser lo suficientemente buenos para cerrar la brecha entre nuestro pecado y su santidad. Es por eso que usted nunca escuchará decir “el evangelio de la ley de Dios”. Nunca habríamos podido cumplir los requisitos, especialmente de la manera que Jesús amplió el significado de la ley en el sermón del Monte (Mt 5-7). Pero la gracia es totalmente diferente. No tiene nada que ver con nuestra dignidad o nuestros méritos, sino que se basa únicamente en el favor inmerecido de Dios para con nosotros.

Lo más admirable es que el recurso para nuestra salvación es solamente la fe. La gracia que Dios brinda al salvarnos es su regalo, y no hay nada que podemos añadir por nuestras obras (Ef 2.8, 9). De lo contrario, tendríamos que limpiar nuestra vida para ser salvos, y eso haría nula la gracia.

¡Alabado sea el Señor por su maravilloso plan de salvación! Cristo pagó nuestra deuda de pecado con su muerte, y lo único que tenemos que hacer es creerlo. Pero aun después de la salvación, la gracia de Dios sigue fluyendo. Nunca tenemos que preocuparnos de no ser lo suficientemente buenos para caer de su gracia; porque ella es para siempre.

Por Min. En Contacto