martes, 28 de abril de 2020

El plan la unión y el medio la cruz

“Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblo hizo uno, derribando la pared intermedia de separaciónaboliendo en su carne las enemistades para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo” (Ef. 2:14-16).
            Este texto está cargado con palabras que hablan de unidad. Dios eliminó enemistades, quitó la pared de separación, efectuó una reconciliación, ¿y como lo hizo? Mediante la cruz. La metodología de Dios es única y muy profunda. Cuando hablamos del problema del hombre, la separación, ¿en qué culminó? En la muerte. Los males en todas las esferas de la vida siempre desembocan en la muerte, los males entre personas y entre naciones y aún los de la naturaleza. Y ¿qué hizo Dios para poner al revés el proceso del mal y la muerte? Fue a por su destino, la misma muerte, para poder abolirla, para conquistarla y eliminarla. ¡Brillante! Dios venció la muerte por medio de la resurrección. Utilizó la cruz para efectuar la muerte para poder conquistarla.
            Si la Iglesia es la demostración de la sabiduría de Dios al unificar todas las cosas, la resurrección es la demostración de su poder. Dios es sabiduría y también poder, es Todopoderoso, y su poder se hizo visible al levantar a su Hijo de entre los muertos después de haber pagado la consecuencia del pecado con su vida. Habiendo pagado, resucitó.
            El apóstol Pablo pide a Dios que entendamos “la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales” (Ef. 1:19, 20). En la cruz, Cristo pagó por el pecado, y quitó la desunión, la desavenencia, el desorden, la separación, el caos, el odio, que es la consecuencia de pecado, y conquistó la muerte. Resucitó y Dios le sentó “a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia” (Ef. 1: 20-22). La Iglesia es el resultado visible de la resurrección, es el cuerpo visible del Cristo resucitado donde hay amor en lugar de todas las desavenencias del pecado. ¿Cómo sabes que Cristo ha resucitado? ¡Ves su cuerpo vivo, la iglesia!
            Este es el plan brillante de Dios: por medio de la cruz pagar por el pecado, eliminar sus consecuencias, conquistar la muerte, resucitar a Cristo y formar la iglesia, una nueva sociedad en la cual se ve unidad y amor. ¿Qué atributos de Dios vemos en su Plan? Vemos su amor y su gracia al elegirnos, salvarnos e incorporarnos en su familia. Vemos su justicia y su amor en la cruz. Vemos su poder y su autoridad sobre todos los poderes celestiales en la resurrección. Vemos que es un Dios de paz, reconciliación, unidad y unión quien eliminó los obstáculos que nos separaban de Él para poder tener comunión con nosotros, otorgándonos entrada en su presencia. Y vemos que puede resolver lo que sea, porque tiene la sabiduría y el poder para hacerlo: “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo, por los siglos de los siglos, Amén.” (Ef. 3:20, 21).  
Enviado por el Hno. Mario Caballero