viernes, 17 de abril de 2020

Batalla profética

“Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, acerca de Acab, hijo de Colías, y acerca de Sedequías, hijo de Maasías, que os profetizan falsamente en mi nombre: He aquí los entrego yo en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y él os matará delante de vuestros ojos” (Jer. 39:21).
            Hubo una batalla campal entre Jeremías y los falsos profetas. Con la muerte de Hananías no terminó la plaga de los falsos profetas. Fueron tiempos de gran confusión espiritual, igual que los nuestros, y Jeremías estaba solo. La gente oía mensajes contradictorias y se preguntaban quién realmente predicaba la palabra de Dios. ¿Cómo podemos saberlo? Hoy en día los verdaderos profetas (1 Cor. 13:3) están en minoría. Es más fácil que uno oiga un evangelio que no denuncia el pecado ni compromete a nada que la verdadera Palabra de Dios.
Los falsos profetas decían que Israel iba a volver a de la cautividad en dos años. En tal caso la gente no necesitaba comprar casas, plantar huertos, celebrar bodas o tener hijos. Pensaban que ya que iban a volver tan pronto, mejor esperar tener hijos hasta regresar. Una mujer embarazada tendría mucha dificultad para volver andando a Jerusalén. Mejor esperar. De esta manera la población disminuiría. Israel desaparecería del mapa por falta de natalidad. ¡Un gran plan del enemigo!
El verdadero mensaje consistía en someterse al yugo de Babilonia; el falso en no adaptarse al país nuevo. Dios llama esto rebeldía a su palabra. Califica al falso profeta como predicador de rebelión: “porque contra Jehová ha hablado rebelión” (v. 32). Cuando alguien está predicando otra cosa en lugar del mensaje de Dios, Dios lo llama rebeldía porque está enseñando a no obedecer a Dios. Es muy grave. Es oponerse a Dios. Es pecar contra el Espíritu Santo quien inspiró la Palabra de Dios. Y Dios actúa de forma contundente para quitar a los tales de medio.
Jeremías no fue el único que escribió cartas. Los falsos profetas también lo hacían. Un tal Semaías escribió a “todo el pueblo que está en Jerusalén y al sacerdote Sofonías y a todos los sacerdotes”, diciendo: “Jehová te ha puesto por sacerdote en lugar del sacerdote Joiada, para que te encargues en la casa de Jehová de todo hombre loco que profetice, poniéndole en el calabozo y en el cepo. ¿Por qué, pues, no has reprendido ahora a Jeremías de Anatot, que os profetiza?” (v. 26, 27). ¡Va a por Jeremías! ¡Es tremendo! Le trata como un loco. Dios ahora toma cartas en el asunto. Le manda a Jeremías a escribir a los cautivos: “Así ha dicho Jehová de Semaías de Nehelam (el nombre del pueblo significa “soñador”, es como decir, “Semaías el soñador”): Porque os profetizó Semaías, y yo no le envié, os hizo confiar en mentira; por tanto, así ha dicho Jehová: He aquí que yo castigaré a Semaías de Nehelam y su descendencia; no tendrá varón que more entre este pueblo, ni verá el bien que haré yo a mi pueblo, dice Jehová; porque contra Jehová ha hablado rebelión” (v. 32). Los falsos maestros, pastores y líderes espirituales hoy día tampoco verán todo el bien que Dios ha preparado para los que le amen en la Jerusalén celestial.  Estarán eternamente excluidos de la Santa Ciudad.   
Enviado por el Hno. Mario Caballero