miércoles, 11 de marzo de 2020

No vendrá ningún juicio

“En los postreros días vendrán burladores… diciendo: “¿Dónde está la promesa de su advenimiento?” (2 Pedro 3:4).
            Los impíos se burlan y dicen: “Dios no existe. Jesús no volverá. No hemos de temer ningún juicio. El mundo continuará como siempre”. El apóstol Pedro responde a estos burladores diciendo: “Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua, pero los cielos y la tierra que existen ahora están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos” (3:5-7). La tierra cayó bajo juicio, y otros juicios evidencian que vendrá el juicio final. Ya hubo juicio de los ángeles, el del mundo en tiempos de Noé, y el de Sodoma y Gomorra: “Si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándoles al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio; y si no perdonó al mundo antiguo… trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos; y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma de de Gomorra, reduciéndolas a ceniza…” (2:4-6). Estos juicios son prueba de que más vendrán. Los falsos maestros y los impíos también serán juzgados (2:3 y 2:9).
            Parece a los burladores que Dios no está haciendo nada ahora, pero se equivocan. Está guardando el mundo impío para juicio (3:7) y a los justos que están en medio de ellos para protegerles de su maldad: “Sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio” (2:9). Lot es el ejemplo que Pedro usa de cómo Dios es capaz de guardar a los justos rodeados de maldad y rescatarles.
            ¿Por qué no ha ocurrido el juicio todavía? Porque quiere que más personas sean salvas“El Señor no retarda su promesa… sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (3:9). A la luz de todo esto, ¿cómo debe vivir el creyente? “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán desechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!”. Sed santos mientras esperéis la destrucción de este mundo y la creación de nuevos cielos y nueva tierra: “Nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz” (3:13, 14).  El hijo y la hija de Dios procuran vivir una vida limpia y pura mientras esperan la destrucción de este mundo y la venida de nuestro Señor.
Enviado por el Hno. Mario Caballero