“En los postreros días vendrán burladores… diciendo: “¿Dónde está la promesa de su advenimiento?” (2 Pedro 3:4).
Los impíos se burlan y dicen: “Dios no existe. Jesús no volverá. No hemos de temer ningún juicio. El mundo continuará como siempre”. El apóstol Pedro responde a estos burladores diciendo: “Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua, pero los cielos y la tierra que existen ahora están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos” (3:5-7). La tierra cayó bajo juicio, y otros juicios evidencian que vendrá el juicio final. Ya hubo juicio de los ángeles, el del mundo en tiempos de Noé, y el de Sodoma y Gomorra: “Si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándoles al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio; y si no perdonó al mundo antiguo… trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos; y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma de de Gomorra, reduciéndolas a ceniza…” (2:4-6). Estos juicios son prueba de que más vendrán. Los falsos maestros y los impíos también serán juzgados (2:3 y 2:9).
Parece a los burladores que Dios no está haciendo nada ahora, pero se equivocan. Está guardando el mundo impío para juicio (3:7) y a los justos que están en medio de ellos para protegerles de su maldad: “Sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio” (2:9). Lot es el ejemplo que Pedro usa de cómo Dios es capaz de guardar a los justos rodeados de maldad y rescatarles.
¿Por qué no ha ocurrido el juicio todavía? Porque quiere que más personas sean salvas: “El Señor no retarda su promesa… sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (3:9). A la luz de todo esto, ¿cómo debe vivir el creyente? “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán desechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!”. Sed santos mientras esperéis la destrucción de este mundo y la creación de nuevos cielos y nueva tierra: “Nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz” (3:13, 14). El hijo y la hija de Dios procuran vivir una vida limpia y pura mientras esperan la destrucción de este mundo y la venida de nuestro Señor.
Enviado por el Hno. Mario Caballero