viernes, 13 de marzo de 2020

La diferencia entre humanismo y cristianismo

“Nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Cor. 2:16).
            Es sorprendente como el pensamiento secular ha cundido en nuestras iglesias. Sus ideas suenan bastante cristianas para algunos cuyas mentes no están impregnadas de la Palabra de Dios. Engañan a muchos cristianos sinceros que no están correctamente enseñadas. Hablan de libertad, de derechos, de respetar, de aceptar, de no juzgar, de la tolerancia, del amor, ¡y de perdonar!, pero en un contexto muy diferente, con matices diferentes, y con un espíritu muy diferente.
Por ejemplo, una jovencita de una iglesia se acuesta con el novio, queda embarazada, y quiere abortar. La iglesia humanista piensa: El amor es lo que cuenta. Los tiempos han cambiado. Ella es libre para expresar el amor que siente. Tiene el derecho de hacer con su cuerpo lo que quiere. No vamos a ser legalistas y aplicar la Biblia tal cual. Solo tiene palabras de “compasión” para ella: “Pobrecita, la comprendemos, porque viene de cierto contexto social. Mejor que aborte si no está preparada para la responsabilidad de la maternidad, o si no puede costear la crianza del niño. No la juzguemos”. Con esto quiere decir que no está ni bien ni mal lo que ha hecho. “¿Quién tira la primera piedra? No hay nadie perfecta. Es impensable disciplinarla, aberrante. Sus padres no deben decirla nada tampoco, ni tomar ninguna medida, por supuesto. Deben amarla y apoyarla en su decisión”. Así que la iglesia expresa su solidaridad, pero no hace nada para ayudar, ni restaurar en términos prácticos. El mismo criterio impera en el caso de adulterio, la convivencia prematrimonial, las segundas nupcias cuando el otro cónyuge no ha muerto, y el casamiento de un creyente con otro que no lo es.
¿Cómo piensa el creyente que es fiel a la Palabra de Dios? Estudia la Biblia para saber lo que Dios piensa acerca de cada uno de estos casos y aprende a pensar como Dios. Con humildad, temor y temblor, amor y compasión, enfrenta cada caso. El pecado es complicado, pero se busca la solución que más encaja con la enseñanza de la Palabra de Dios. Quiere ser leal a su Señor. No se ve mejor que nadie. Es muy consciente de todo lo que ha sido perdonado y a qué precio, y su propia tendencia a desviarse. Con esta actitud procede a aplicar la Palabra. La mentalidad cristiana es lo siguiente: “Lo que Dios dice que está mal, está mal. Los tiempos han cambiado, pero Dios no. No toleramos el pecado: se enfrenta, se corrige, se disciplina, y se ayuda en términos prácticos. La meta es la restauración de la persona que ha fallado. Si ella no escucha y no se arrepiente, ha roto su comunión con la iglesia”.
Para el cristiano que piensa según la mente de Dios, la libertad no es para pecar. No tenemos derecho a hacer lo que nos da la gana. Se respeta a las personas, pero no sus ideas equivocadas. Se acepta a la persona, pero no su pecaminosa manera de vivir. Se juzga el pecado como mal, pero no condenamos a nadie, el juzgar le corresponde a Dios en el Día Final. Lo que queremos ahora es que la persona se arrepienta. No toleramos el mal. Lo repudiamos. Perdonamos a los que nos hacen mal, pero Dios no los perdona hasta que no hayan rectificado. Nuestra mentalidad dista tanto de la del mundo, que los cristianos fieles a la mentalidad de Dios pueden esperar persecución, ¡aun en sus propias iglesias!, si sus dirigentes no tienen la mente de Cristo. Lo que queremos es ser leales a Cristo, cueste lo que cueste, aun en la propia iglesia.      
Enviado por el Hno. Mario Caballero