viernes, 7 de febrero de 2020

Dios no se adapta

No piensen ustedes que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir. Mateo 5:17
Le dijo un joven adolescente a su terapeuta: “Tengo un padre represivo, no me gusta vivir con él.” La respuesta del consejero lo tomó por sorpresa: “Menos mal que tienes un padre represivo. ¡No me imagino lo que sería de tu vida si él te dejara hacer lo que quisieras!” Jesús reaccionó como ese terapeuta: “Imagínense si Dios los dejara vivir como ustedes quisieran, ¡se destruirían entre ustedes en poco tiempo!”
Y nos estamos destruyendo por no seguir la ley de Dios. Cada día matamos a miles de niños en el vientre de sus madres; estafamos cada vez que tenemos oportunidad y nadie nos ve; destruimos el fundamento universal de la sociedad al juntarnos para vivir en pareja fuera del estado matrimonial instituido por Dios; nos adaptamos a la sociedad moderna para vivir como nos da la gana. ¿Qué pasó? Algunos piensan que Dios no existe, por lo cual no tendrán que rendir cuentas a nadie. Otros piensan que Dios se adapta a nuestra forma de pensar y de proceder, y que será condescendiente con nuestras malas decisiones.
Pero Jesús no se adapta. “No piensen ustedes que he venido a abolir la ley… sino para cumplir” (v 17). Si Jesús se hubiera adaptado a la sociedad de su tiempo, o a la sociedad posmoderna de la cual somos parte, el perdón de los pecados sería un olvido ficticio, y para entrar al cielo habría que sobornar algún ángel-funcionario (¡como si de algún modo esto fuera posible!).
Demos gracias porque tenemos un Padre celestial con reglas claras, y con una actitud santa y amorosa hacia nosotros. Demos gracias porque Jesús cumplió perfectamente la ley, para que nosotros podamos beneficiarnos por ese cumplimiento. Demos gracias a Dios porque tanto su ley sigue como su gracia siguen vigentes.
Dios decidió no adaptarse a nosotros, sino que siguió el camino preestablecido desde la eternidad, recto y justo, para ponernos a su altura.
Gracias, Padre, porque tu ley no cambia, porque Jesús no cambia, porque tu Palabra sigue llamándonos al arrepentimiento. Amén.
Por CPTLN