martes, 21 de enero de 2020

Prioridades ¿Cuál es la tuya?

Uno de la multitud le dijo: ‘Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia.’ Pero Jesús le dijo: ‘Hombre, ¿quién me ha puesto como juez o mediador entre ustedes?’ También les dijo: ‘Manténganse atentos y cuídense de toda avaricia, porque la vida del hombre no depende de los muchos bienes que posea.'” Lucas 12:13-15
En 1999, la revista Time nombró a Albert Einstein como la persona del siglo, por ser: “El científico preeminente en un siglo dominado por la ciencia”.
Cuando Einstein murió en 1955, donó los derechos literarios de sus 75,000 trabajos, junto con otras pertenencias, a la Universidad Hebrea de Jerusalén. Aparentemente, los derechos a la “imagen” de Einstein también los tiene dicha Universidad.
Esto significa que, cada vez que uno ve el rostro de Einstein en una camiseta, o en una taza, o en un poster, o película, rompecabezas o moneda, la Universidad gana dinero… y Evelyn Einstein no ganaba nada.
Evelyn, era la nieta de Einstein, quien en sus últimos años de vida estuvo batallando con cáncer. Es por ello que decia que la Universidad debería compartir un poco de esas ganancias con ella, para ayudarla a pagar los gastos médicos. Por su parte, la Universidad dice: “Einstein dejó toda su propiedad intelectual, que abarca su propiedad literaria y papeles personales, a la Universidad Hebrea, incluyendo los derechos de uso de su imagen… el ingreso que la universidad recibe del uso de su imagen se dedica a la investigación científica”.
¿Quién tiene razón? Creo que la mejor respuesta la encontramos en Jesús, quien dice: “Hombre, ¿quién me nombró a mí juez o árbitro entre ustedes? ¡Tengan cuidado! Absténganse de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes”.
A veces nos olvidamos de la última parte de la sabiduría de Jesús, y nos pasamos la vida acumulando ‘cosas’. Por ejemplo, cuando le preguntamos a un ejecutivo qué es más importante, si la familia o el trabajo, la respuesta siempre va a ser la familia. Sin embargo, si le preguntamos en qué invierte la mayoría de su tiempo y energía, la respuesta va a ser diferente.
Lo mismo podemos decir de muchos de nosotros. Es por ello que tenemos que cuidar nuestras prioridades. El adorar a nuestro Salvador no debería estar a la misma altura que limpiar la casa o cortar el césped.
La vida es más que ‘acumular cosas’… y el Salvador, que dio su vida para cambiar nuestro destino eterno, se merece lo mejor de nosotros.
Por: CPTLN