Confía en el Señor de todo corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus sendas.”
Proverbios 3:5-6
Es muy difícil encontrar a alguien en quien poder confiar. Hace algunos años, un farmacéutico anunció:
“Somos la farmacia en la que puede comprar con confianza, precisión y experiencia.”
Después de muchos años de proveer los medicamentos para aquel vecindario, fue descubierto que el farmacéutico no tenía licencia.
No solamente no era un farmacéutico experimentado, sino que nunca había estudiado farmacia. Es imposible calcular cuántas personas sufrieron detrimento en su salud debido a esto.
La confianza que el público había depositado en él, inmediatamente fue perdida.
Nosotros casi estamos acostumbrados a esta clase de cosas, ¿verdad? ¿Con cuánta frecuencia hemos visto a alguien mentir con tal de hacer una venta, o para ser elegido, o para obtener algo? Para muchos, decir una mentira es mucho más fácil que decir la verdad.
Me pregunto: ¿hay alguien en quien podamos confiar? ¿Usted conoce a alguien en quien puede confiar plenamente? ¿Completamente? ¿Totalmente? Si es así, no se imagina la bendición que tiene.
Pero si no tiene a nadie en quien puede confiar plenamente, me temo que usted es uno más entre muchos.
Es por ello que, si está buscando a alguien en quien puede confiar, me gustaría presentarle a Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, nuestro Salvador.
Jesús nunca ha roto una promesa ni quebrantado su palabra. Cuando él dice que quiere salvarnos, lo dice de corazón. Cuando dice que todo el que crea en él como su Salvador y Redentor recibirá un lugar permanente en el paraíso, está diciendo la pura verdad.
En un mundo contaminado por quienes abusan de nuestra confianza, Jesús quiere que usted sepa que él es una bocanada de aire puro.
Por: CPTLN