viernes, 27 de diciembre de 2019

Tres pasos de fe

“Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que (1) se acerca a Dios (2) crea que le hay, y que es galardonador de los que le (3) buscan” (Heb. 11:6).
Creer.
Cuando nos acercamos a Dios en oración para pedirle algo, es necesario creer dos cosas: que Dios existe y que recompensa a los que le buscan con sinceridad. A algunos, la primera no nos cuesta nada. Estamos más que convencidos de que Dios existe. Pero la segunda es donde fallamos. Nos cuesta creer que Dios nos va a recompensar con la recompensa que estamos pidiendo. Si le buscas, tendrás el premio. Esto es lo que texto dice. ¿Qué premio queremos? Recibir lo que estamos pidiendo. Por esto lo estamos pidiendo, para recibirlo. “Y esta es la confianza que tenemos en él, que sí pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosas que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho” (1 Juan 5: 14, 15). Tú pides alguna cosa sabiendo que es la voluntad de Dios dártela, porque pides algo que sabes que Dios quiere que tengas; entonces sabes que Dios te da lo que pides y que ya lo tienes. 
Descansar.
“No les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron, pero los que hemos creído entramos en el reposo” (Heb. 4:2, 3).
El autor está hablando del reposo de la fe. Los que creyeron la palabra cesaron de hacer las obras de la ley para salvarse y entraron en el descanso de creer que Cristo ya les ha conseguido la salvación por su obra en la Cruz. Aplicando este principio a nuestro tema, vemos que la fe en la Palabra de Dios conduce al descanso. “El descanso de la fe” es creer que Dios va a cumplir su promesa y ya no estás pidiendo con angustia aquella cosa, porque estás descansando en que ya la tienes. Esta es fe. Tienes paz. Dios te ha escuchado y está en ello y tú lo tendrás cuando Él lo ve conveniente.  
Vivir.
“El justo por su fe vivirá” (Hab. 2:4; Rom. 1:17; Gal. 3:11; Heb. 10:38).
El texto no dice que el justo por su fe creerá, sino vivirá. Vives creyendo. Ya no estás parado en aquel punto, angustiado, rogando y suplicando, sino descansando en que ya lo tienes, y sigues adelante con tu vida. Vives con la seguridad que ya tienes lo que has pedido al Señor. Ya puedes darle las gracias. ¡Esta es vida! La Palabra de Dios te ha dado vida y vives confiado en ella.
            Según Hebreos 11:6, esto es lo que a Dios le agrada.
Enviado por el Hno. Mario Caballero