lunes, 16 de diciembre de 2019

Jesucristo cumple todas sus promesas

“Jesucristo, el testigo fiel, primogénito de entre los muertos y soberano de los reyes de la tierra. Él nos amó; con su sangre nos lavó de nuestros pecados.” Apocalipsis 1:5
¿Cuántas veces nos vimos atrapados en discusiones donde dos personas se acusan exactamente de lo opuesto? Sus palabras nos dejan confundidos, no sabemos qué pasó, ni entendemos por qué están peleando. Cuando presenciamos tales contradicciones, dudamos de la verdad de ambos testimonios. Nos damos cuenta que tanto uno como otro en algo está mintiendo y cambiando los hechos para verse favorecidos. En otras ocasiones somos nosotros mismos quienes cambiamos los hechos o palabras para quedar bien frente a quienes nos oyen, perjudicando así a nuestro prójimo. Por supuesto que esto va en contra de la voluntad de Dios. Así somos confrontados con la realidad que nos demuestra que no siempre honramos la verdad, porque decir la verdad duele y nos deja mal parados. Por eso también entendemos que sólo podemos cambiar con la ayuda divina.

Entonces recibimos la certeza de Jesús, el hijo de Dios, que ante todo es el testigo fiel. Sólo en su testimonio encontramos la verdad. Podemos dudar de las palabras y acciones de muchas personas, pero de Jesucristo sólo podemos afirmar una cosa: que él es testigo fiel del amor del Padre celestial, y que sobre él no hay dudas. Aquí contemplamos el gran milagro que obra Jesús: por su fidelidad, y hablando siempre la verdad, ejercita y demuestra que el amor que nos trae obra el perdón de nuestro pecado. Su amor nos limpia y purifica de la mancha que trae condenación. Su fidelidad nos asegura una y otra vez que somos amados, perdonados, santificados y preservados hasta la eternidad.
Por CPTLN