lunes, 9 de diciembre de 2019

Dos preguntas acerca de la oración

“Y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, hacemos las cosas que son agradables delante de él. Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado. Y el que guarda sus mandamientos,permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que el permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado” (1 Juan 3: 22.24).
¿Estás en condiciones para orar? ¿Conoces a quién estás orando?
En el caso de un incrédulo arrepentido, la única condición necesaria para que Dios le oiga es la sinceridad, pero en el caso de alguien que ya es su hijo, la cosa cambia, porque este hijo está siendo disciplinado para que Dios le pueda conceder las llaves del cielo y darle cualquier cosa que pida sin hacer violencia a Su naturaleza o Su obra. Pare ello, es necesario que este hijo conozca a su Padre, que tenga fe en Él, que sea obediente, que haga lo que a Dios le agrada, que ame a sus hermanos y que realmente viva en Dios y Dios en él. La fe y el amor tienen éxito. Dios oye las oraciones de un hombre amoroso. Cualquier cosa que le pide la recibirá de Él.
Sin fe en la bondad, poder, amor, sabiduría y cariño de Dios, Él no te puede contestar tus oraciones, porque te haría daño: “Sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Heb. 11:6). ¿Estás orando a un Dios sordo, desinteresado en ti, arbitrario, duro, irrazonable y distante, quien, por algún motivo que no logras entender, no te da lo que le pides? No hay gozo en una vida de oración así. Dios no te concede lo que pides, porque te confirmará en tu incredulidad. Sí, incredulidad, porque no crees en el Padre amoroso que te oye. Estás pidiendo cosas que has pedido muchas veces sin tener respuesta y sigues pidiendo, pero sin ninguna convicción que Dios te ha oído o que te lo va a conceder. Este es el estado muy lamentable de la vida de oración de muchos creyentes sinceros. Están orando sin fe y con dudas acerca de Dios. Dios no va a contestar a estas oraciones, porque sería premiar su incredulidad y confirmarles en sus ideas equivocados de Él y de la oración.
“Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye, en cualquiera cosa que pidamos sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho” (1 Juan 5:14, 15). Sin fe en que lo que pido es su voluntad, en que me oye y en que tengo ya lo que le pido, no tendré respuesta: “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor” (Santiago 1:6, 7). ¿Has perdido la paciencia con Dios? Le dices: “¿Cuántas veces te tengo que pedir tal cosa para que me contestes? ¿Cien? ¿Hay una cuota que tengo que alcanzar? ¿Hace falta que oren cierto número de personas conmigo para que me contestes?” Si este es tu caso, y realmente reunís las otras condiciones para que Dios te oiga, puede ser que lo que necesitas es arrepentirte de tu actitud y creer (¡y saber!) que ya tienes lo que has pedido, y que empieces a dar gracias al Señor por la respuesta. El hijo que permanece en Dios ora así: “Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes”.
Enviado por el Hno. Mario Caballero