Leer | Mateo 20.20-28
A los cristianos se les conoce en la Biblia con diferentes nombres —creyentes, hermanos y santos—, pero un título que pocas veces nos damos es “servidores de Cristo”. Sin embargo, eso es exactamente lo que el Señor nos pide que seamos. Después de que sus discípulos disputaron en cuanto a quién sería el más grande de todos ellos, el Señor Jesús les hizo un llamado a ser grandes en el reino siendo siervos de todos.
Cristo no es solo nuestro Salvador; es también nuestro Señor y Maestro, y debemos seguir su ejemplo. Así como Él sirvió a su Padre al interesarse por su pueblo, nosotros servimos a nuestro Dios atendiendo amorosamente las necesidades temporales y espirituales de quienes nos rodean.
El servicio es esencial para el crecimiento espiritual. Dios siempre está obrando en la vida del creyente para hacerlo más como Cristo (Ro 8.29). Pero el egocentrismo es un gran obstáculo en este proceso. Servir a los demás es una de las herramientas que el Señor utiliza para sanarnos del egoísmo.
El servicio es necesario para lograr el propósito de Dios. Él ha designado tareas específicas para cada uno de nosotros, que debemos realizar en el curso de nuestra existencia (Ef 2.10). Si solamente recibimos y nunca damos, nos perderemos de lo que Él ha dispuesto para nosotros.
Nunca olvide que usted tiene un llamado especial que se lleva a cabo solo cuando se convierte en un servidor del Señor. Busque las oportunidades que el Señor le dará para servir a otros. Tome su lugar al lado de Cristo, quien fue el siervo más grande de todos.
Por: Min. En Contacto