jueves, 24 de octubre de 2019

Liberados

“Invócame en el día de la angustia; yo te libraré, y tú me honrarás.” Salmo 50:15
Una propiedad de tres hectáreas no es muy grande que digamos… a menos que sea de noche, que se esté solo, y que nunca antes haya estado en ese lugar.

Eso fue lo que le sucedió a un matrimonio y a su bebé de 3 semanas cuando, luego de ponerse el sol, se encontraron perdidos en un laberinto de maíz en una granja.

Habiendo entrado en pánico, la madre llamó al número de emergencias. La persona que atendió la llamada estuvo en la línea con ella durante siete minutos y medio, asegurándole que ya había enviado ayuda, y tratando de calmarla. Finalmente, un policía los encontró y los puso a salvo.

Por supuesto que los periodistas han dado toda clase de conclusiones sobre este incidente. Han dicho que ellos se encontraban a tan sólo unos pasos de la calle, que los dueños del laberinto tienen carteles por todos lados que indican por dónde ir para encontrar la salida del mismo, y que bien podían haber salido por su cuenta.

Todo lo cual es cierto y lógico… siempre y cuando no sea de noche y uno se encuentre solo y le entre el pánico.

Hay personas que pasan por el mundo evitando todo tipo de problemas. Pero si usted es una de esas personas que ha pasado por dificultades, las palabras del Señor que nos dice el Salmista nos traen un consuelo increíble.

En el Salmo 50, el Señor dice: “Invocame en el día de la angustia”. ¿Se dio cuenta que el Señor no dice que no van a haber días de angustia?

Es que los problemas son reales… pero también lo es el amor de Dios. El texto para hoy nos asegura que, cuando pasamos por problemas, Dios va a estar con nosotros para liberarnos.

Son varias las razones por las cuales nadie debería sorprenderse de la promesa del Señor. Primero, por ser el Creador de todo, el Señor es muchísimo más grande y más poderoso que cualquier problema que el mundo pueda presentarnos.

Segundo, porque en la persona de su Hijo, nuestro Salvador, el Señor ya ha demostrado que está comprometido a arreglar lo que se había roto. Para que pudiéramos ser perdonados, para que pudiéramos ser declarados inocentes de toda culpa, el Señor Jesús tomó nuestro lugar y cumplió la Ley Divina en forma perfecta, resistiendo cada tentación y venciendo la muerte.

Tanto la lógica como la Escritura nos dice que, si el Hijo de Dios fue sacrificado para que pudiéramos ser liberados de nuestros grandes enemigos: el pecado, la muerte, y el diablo, también podemos estar seguros que el Señor nos va a liberar de los problemas de esta vida.

Todo esto explica el texto para hoy… excepto la segunda parte que dice que, después que el Señor nos ha liberado de nuestras angustias, espera que le honremos.

Así como la familia de nuestra historia demostró su gratitud al policía que los liberó del laberinto en que se encontraban atrapados.
Por CPTLN