Leer | 2 MATEO 11.25-30
Gedeón fue alguien que experimentó gran ansiedad. Convencido de que Dios había abandonado a los israelitas, tenía que trillar el grano en un lagar para mantenerlo oculto de sus enemigos, los madianitas. Creía que su familia era una de las más débiles, y que él era inferior a cualquier hombre.
Dios llamó entonces a Gedeón —que de ninguna manera se consideraba a sí mismo capaz— para que liderara la lucha contra los madianitas. ¡Imaginemos su angustia! Pero obedeció y reunió a sus hombres, para luego ver que el Señor regresaba la mayoría de ellos a sus casas antes de la batalla.
Aunque este giro de los acontecimientos pondría ansioso a cualquiera, el pueblo de Israel obtuvo la victoria porque fue el Señor quien ganó la batalla, y con ello Gedeón aprendió cuán poderoso y personal era su Dios (Jue 6−7).
Así como lo descubrió Gedeón, conocer a Dios estrechamente es una de las claves para hacer frente a la angustia. Quienes manejan bien la ansiedad conocen al Señor de manera personal. Son los que proceden con calma, mientras que otros se ahogan en el estrés. Si se les preguntara cómo lo hacen, responderían: “Leyendo la Palabra. Orando. Confiando en Dios”. Estas sencillas frases apuntan a una forma de vida, no a un método. Esa forma de vida está centrada en Cristo, y está dedicada a conocerlo en por completo.
Los métodos del hombre para manejar la ansiedad sirven solamente para distraernos del estrés o para anestesiarnos. El método de Dios sustituye nuestra preocupación con su paz.
Por Min. En Contacto