Jacob, ejemplo de los que mueren con fe
“Conforme a la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándole de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver, pero anhelaba una mejor, esto es, celestial: por lo cual Dios no avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. Por la fe Abraham,…Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón” (Heb. 11:13-21).
Tenemos a Jacob al principio de la Biblia con todos sus defectos buscando una herencia espiritual y ¡al final de la Biblia le tenemos como ejemplo de la fe!, como heredero de la eterna Tierra Prometida, la que nunca dejará de ser. Como él esperamos una “herencia incorruptible, incontaminada, e inmarcesible, reservada en los cielos para nosotros” (1 Pedro 14).“Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido”(Heb. 11: 39), porque lo prometido fue Jesús y Dios quería esperar para que nosotros los gentiles pudiésemos entrar en esta herencia para poder sentarnos en la mesa con Abraham, Isaac, y Jacob en el reino de los cielos (Mat. 8:11).
¿Por qué tarda Dios tanto en cumplir sus promesas? “En los postreros días vendrán burladores,…diciendo: “¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación”. Así hablan los que no tienen fe. El apóstol les contesta: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:3-9). Dios está esperando que se complete el número de redimidos. Nosotros estamos esperando nuevos cielos y nueva tierra donde mora la justicia (2 Pedro 3:13). Todos esperamos. Pero un día la última persona que tiene que convertirse se convertirá, el Señor Jesús bajará del cielo y el glorioso templo, de Dios, compuesto de piedras vivas de todas las naciones del mundo, estará completa; bajara el nuevo Jerusalén del cielo y la morada de Dios será con los hombres.
¡Abraham, Isaac y Jacob heredarán la tierra!, tal como Dios les prometió, no solo un pequeño país, sino el mundo entero (Rom. 4:13). Esaú vendió todo esto por un plato de lentejas; Jacob lo consiguió por engaño, pero lo quiso, y esto es lo que cuenta. Nuestro corazón puede ser corrupto, pero está puesto en el lugar correcto; no somos perfectos, pero somos santos, y deseamos las riquezas eternas. ¡Dios nos ha regalado el reino! Jacob edificaba altares, Dios edificó Uno, y por la Sangre de este altar somos incorporados en la línea del Mesías y heredamos el mundo juntamente con Jacob. ¡Maravillosa gracia a nosotros pecadores!
Enviado por Hno. Mario Caballero