martes, 28 de mayo de 2019

No me lo quedo

“Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7).
Cuando hablamos para edificar, al final de la conversación la otra persona está refrescada en su espíritu y tiene cosas edificantes en qué pensar. Puede ir sacando provecho de la conversación durante mucho tiempo, ¡como de un mensaje del púlpito!
Una amiga ha sufrido una gran pérdida. La gente viene para consolarla y pregunta cómo está. Ella ha recibido tanto consuelo y ánimo de parte del Señor que si les contesta que está gozosa en el Señor, casi se van a ofender, porque, aunque son creyentes, no lo entienden. Pensarán que es insensible, pero no es el caso. Es que ha aprendido a sacar vida del Señor.
En la ilustración que el Señor usó de la vid y los pámpanos, los pámpanos sacan todo lo que necesitan de la vid. “Yo soy la vid y vosotros los pámpanos: el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto, porque separados de mí, nada podéis hacer” (Juan 15: 5). ¿Qué necesitas? Consuelo. Esto se saca de la Vid. ¿Qué necesitas? Fuerza. Esta se saca de la Vid. ¿Necesitas esperanza? Lo mismo. Se recibe lo que haga falta por el cauce de la oración mediante la fe. Pides y recibes, por fe.
A esta misma amiga le dije que no le iba a explica ningún problema ahora, porque ya tenía suficiente con lo suyo. Me contestó que le puede explicar lo que fuese, porque no se lo queda. Ha aprendido a echar sus cargas y las de los demás sobre el Señor de manera que no las retiene. Se libra de ellas echándolas sobre Él.
Aquí hay dos cosas, una es dar al Señor tus problemas y ansiedades y otra es recibir de Él lo que necesitas. Esta es una relación de dar y recibir. Nos sobran ciertas cosas y nos faltan otras. Pues, al Señor le damos los disgustos, las ansiedades, los problemas, las imposibilidades, y nuestro pecado, y del Él recibimos gracia, ánimo, fuerza, visión, consolación, perdón y gozo. Esta es una relación muy hermosa con el Señor, de total dependencia, y vida en abundancia. Y el resultado es mucho fruto.

Enviado por el Hno. Mario Caballero