lunes, 13 de febrero de 2017

Te Amo

La frase “te amo” tiene el poder para cambiar vidas. Sin duda alguna, cambió la de mi tío favorito, Jack. Fue un hombre maravilloso que se ocupó de cuidar a mi madre, Rebecca, cuando ella envejeció y necesitó ayuda. Yo le estaba inmensamente agradecido por eso, y siempre se lo decía.
Lamentablemente, él no se tenía a sí mismo en alta estima, y le resultaba difícil aceptar que la gente realmente lo apreciaba y respetaba. Siempre se mantenía alejado de los demás. Cuando murió su esposa, se aisló aun más; sentía como si Dios lo hubiera rechazado.
Yo le decía: “Tío Jack, te amo”. Y él respondía siempre: “No, Charles, no me amas. No me amas, realmente”. No importaba lo que le dijera, él no podía creer que realmente lo amaba y que me preocupaba por él. Era como si pensara: ¿Por qué vas a amarme? No soy nadie, y no tengo nada.
Pero yo no estaba dispuesto a darme por vencido. Me dije: Seguiré orando, y algún día lograré que me crea.
Puedo todavía recordar donde estaba yo cuando finalmente sucedió. Habían pasado algunos años pero, como siempre, le decía: “Tío Jack, te amo”. Él me dijo: “Charles, yo también te amo”. Todavía se me humedecen los ojos cuando lo recuerdo, porque una vez que mi tío Jack superó sus sentimientos de rechazo, todo en él cambió. Hasta comenzó a abrazarme. Tan pronto como él dejó de privarse a sí mismo del amor, de la admiración y del respeto que la gente le demostraba, se convirtió en una persona totalmente diferente —alguien que conoció realmente lo que eran la aceptación y el gozo.
A todos nos complace escuchar que nos aman. Pero, mientras escribía esta carta, me preguntaba si algunos de ustedes escuchan eso lo suficiente. Tal vez usted se siente como se sentía mi tío Jack, luchando constantemente con pensamientos de: No soy digno de ser amado. Me han rechazado tantas veces, que no hay manera de que alguien pueda quererme o respetarme. Quizás usted conoce a alguien que piensa: Nadie se interesa realmente por mí. No sirvo para nada. Es posible que esa persona se sienta así, porque fue herida o rechazada en el pasado.
El rechazo es doloroso, penetra lo más íntimo de lo que somos, y sus consecuencias pueden ser catastróficas. Podemos volvernos materialistas, amargados, fríos y prejuiciosos. El rechazo nos hace sentir inferiores y desconfiados de los demás; nos aislamos; nos causa depresión, además de otros problemas de salud. Puede, incluso, arrastrar a adicciones como el alcohol, las drogas, los juegos de azar o la inmoralidad sexual, en un intento por anestesiar nuestro sufrimiento.
¿Qué podemos hacer, entonces, si estamos luchando con sentimientos de rechazo? ¿A dónde podemos acudir?
diosteama
Hay Alguien que nos llama siempre por nuestro nombre, y nos dice: “Te amo”. De hecho, nuestro Padre celestial lo dice cada momento y cada día. Él hace esto por medio de su llamado a la salvación (Ro 5.8). Pero también demuestra su fiel amor después que usted acepta al Señor Jesús como su Salvador, sellándole con su Espíritu Santo para siempre (Ro 5.5). Su amor por usted es firme y constante. Es por eso que Romanos 8.38, 39 declara que “ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”.
Dios sabe exactamente de lo que usted necesita para liberarse de esos sentimientos de inutilidad y rechazo. Él le ofrece fielmente los tres elementos esenciales que usted necesita para disfrutar de una sana autoimagen: sentido de pertenencia, valía y capacidades.
Primero, el Padre celestial sabe que usted necesita ser parte de algo importante, y por eso proclama que usted pertenece a la familia de Él. El apóstol Juan lo alaba por esto, diciendo: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” (1 Jn 3.1). Él le eligió a usted, le invitó a ser parte de su familia, y le ha dado dones que son esenciales para los otros miembros de la iglesia. Usted es aceptado, querido y necesario. Realmente, usted pertenece a la familia de Dios.
Segundo, el Señor entiende que usted necesita saber que es valorado, y por eso Él le declara digno de su amor. Piense en lo que Jesús hizo por usted: “Por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio” (He 12.2). ¿Cuál fue el gozo puesto delante de Él? La relación con usted. Él sacrificó todo —bienestar, dignidad e incluso su vida— porque le consideraba a usted más importante que todo esto. Ciertamente, usted tiene valor.
Tercero, Dios entiende que usted necesita sentirse capaz, y por eso promete ayudarle a tener éxito en cualquier tarea que Él le dé. El Señor le dará el poder para hacer todo lo que Él le pida que haga, por medio de la ayuda de su Santo Espíritu que mora en usted. No importa qué desafíos u obstáculos esté experimentando, usted sabe que su “competencia proviene de Dios” (2 Co 3.5). Él nunca le fallará. Él le dará la capacidad para tener éxito.
Tengo la esperanza de que usted superará sus sentimientos de rechazo, y que abrirá su corazón al amor que el Padre ha derramado con abundancia sobre usted. Cuando el Señor le dice: “Te amo”, Él no solamente transforma su vida; Él transforma también su eternidad. Usted pertenece a la familia de Dios, es digno de su amor, y Él le ayudará a tener éxito en cualquier tarea que le dé. Búsquele con afán cada día, y escuche cuando Él le llama amorosamente por su nombre. Acepte su verdad, porque el Señor le acepta absolutamente.
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