viernes, 9 de diciembre de 2016

Nuevas de gran gozo

Nuevas de gran gozo

Leer | Miqueas 5.2

La Sagrada Escritura hebrea —o sea, el Antiguo Testamento— tenía muchas profecías en cuanto al Mesías que vendría. Su nacimiento sería “nuevas de gran gozo”, así como lo había proclamado el ángel (Lc 2.10). El Mesías sería…

Un descendiente de Abraham que se sentaría en el trono de David. Hay una buena razón por la que tanto Mateo como Lucas trazan cuidadosamente la genealogía de Jesús (Mt 1.1-17; Lc 3.23-38): el linaje del Mesías era importante. Dios había prometido que todas las naciones serían bendecidas por medio de la familia de Abraham (Gn 22.18), e Isaías profetizó que el Cristo reinaría para siempre en el trono de David (Is 9.7). Los escritores de los evangelios demostraron que Jesús tenía ascendencia directa de ambos hombres.



Un hombre nacido en Belén, proveniente de Egipto. El lugar de origen del Mesías debió haber causado confusión. Aunque su lugar de nacimiento profetizado era Belén, se esperaba que viniera de Egipto (Mi 5.2; Os 11.1). Sabemos que un censo trajo a María y a José de Nazaret a Belén, justo a tiempo para la llegada del niño Cristo. Y el Evangelio de Mateo explica el resto del misterio: la familia había huido a Egipto para evitar el arrebato de cólera de Herodes (Mt 2.13).
Dios fue específico al describir al Mesías, porque quería que el pueblo reconociera al Ungido y se regocijara por su venida. Eso fue exactamente lo que sucedió cuando el Rey de reyes entró en Jerusalén montado sobre un asno (profecía: Zac 9.9; cumplimiento: Jn 12.12-15). Jesús es el Mesías prometido, y esto es verdaderamente una gran noticia y un motivo para regocijarse.
Por Min. En Contacto