Fuerte y firme por la oración
Nehemías era un hombre que vivía sobre sus rodillas. Cada vez que necesitaba orientación, fuerzas, ayuda o protección, su primera respuesta era la oración. Por su humilde dependencia de Dios, Él pudo usarlo poderosamente para llevar a cabo sus propósitos.
Este principio sigue siendo cierto para los creyentes hoy. El Señor puede usarnos de la manera más impresionante si lo buscamos y nos ponemos a su disposición.
Para seguir el ejemplo de Nehemías, de dependencia en la oración, debemos primero reconocer a Dios como el Soberano del universo (v.5). Aunque Él es nuestro Padre tierno y Amigo fiel, no debemos olvidar que es también nuestro sublime y exaltado Creador cuya santidad está más allá de nuestra comprensión. Nunca pensemos en Dios como “el de allá arriba”, ni vengamos a su presencia de una manera frívola.
Nehemías respetaba la avasallante santidad de Dios, y por eso se acercaba a Él con confesión, reconociendo su pecado, el de su padre y el de Israel (vv. 6, 7). No podemos ocultar, negar o recrearnos en el pecado, y esperar que el Señor escuche y responda nuestras oraciones. La pureza de corazón y el poder de Dios están unidos. Necesitamos la sensibilidad para reconocer cuándo nos hemos desviado, y la disposición para encarar de inmediato al pecado.
La razón por la que Nehemías se mantenía tan fuerte y tan firme, no se debía a sus capacidades naturales, sino a una relación de dependencia del Señor mediante la oración. No se apresure a enfrentar el día sin apartar tiempo para entrar en el trono de Dios para buscar su dirección.
Por Min En Contacto