FE, ¡LA EVIDENCIA DE LA EXISTENCIA DE DIOS!
“Sois guardados por la el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestado en el tiempo postrero… aunque ahora… tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a puebla vuestra fe… sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1 Pedro 1:5-7).
Recibí una carta de una amiga de mi madre contando lo que el año 2013 había significado para ella. Empezó el año con una operación complicada de prótesis de cadera. Semanas después descubrieron que su hija tenía un cáncer muy avanzado. La hija se operó un mes antes de la fecha de su boda (segundas nupcias), ¡y el novio estaba dispuesto a continuar con la boda! Se casaron, y todo fue cuesta abajo desde entonces. Él fue una gran ayuda a esta amiga en el cuidado de su hija quien murió cuatro meses después de la boda, dejando a dos hijos universitarios. Pocos meses después un nieto de esta amiga, un joven de unos 28 años, murió en un accidente de tráfico. Y a pesar de todo, ella sigue firme en la fe. Esto es el milagro de Dios.
La fe demuestra la existencia de Dios, porque sin Dios, en medio de la pruebas, sería imposible mantenerla. La prueba que Dios existe es que tú todavía crees en Él a pesar de todo lo que has pasado, porque Dios sostiene tu fe. La guarda de pruebas que son demasiado fuertes para ti, y te fortalece en las que Él permite. Si no, no las resistirías. Claro, cuando una persona pierde la fe, es evidencia que nunca la ha tenido, porque la fe es algo sobrenatural que supera todo desafío: es “don de Dios” (Ef. 2:8).
“Sois guardados por el poder de Dios mediante la fe”; el poder de Dios fortalece nuestra fe. Nosotros nos esforzamos y Dios nos fortalece. Las dos cosas trabajan en conjunto. “Aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre” (Ap. 3:8). El Señor Jesús dice estas palabras a una iglesia sufriendo persecución feroz. Ellos han puesto de su parte y Él también ha puesto, y pondrá, de la suya: “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero” (v. 10). La prueba demuestra si la fe es real o no. Si es real, perdura, si no, no. Si es real, la persona pasa por inundaciones y incendios, aguas intempestivas y el fuego de la tortura, y, aunque muera, la fe sale ileso porque Dios está con ella.
Nuestros hermanos alrededor del mundo están pasando terribles pruebas y no niegan la fe. Siempre ha sido así. Los Hugonotes (siglos XVI a XVIII) sufrieron la confiscación de sus bienes, la pérdida del empleo, les quitaron sus hijos, los esforzaban a alojar soldados en sus casas, indefensos ante toda clase de abuso; fueron desterrados, encarcelados, torturados y quemados vivos. En la masacre del día de San Bartolomé murieron miles en París. ¿Por qué no volvieron a la Iglesia Católica? ¿Por qué no renegaron? Porque tenían sus ojos puestos en el galardón.“Esperaban la Ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios… Anhelaban una patria mejor, esto es, celestial” (Heb. 11:10, 16). ¡Y porque Dios guardó su fe!
Por David Burt