La Tacita
Se cuenta que alguna una vez, en Inglaterra, existía una
pareja que gustaba de visitar las pequeñas tiendas del centro de Londres. Una
de sus tiendas favoritas era una en donde vendían vajillas antiguas. En una de
sus visitas a la tienda vieron una hermosa tacita.
“Me permite ver esa taza?” preguntó la Señora.
“Nunca he visto nada tan fino como eso!”.
En cuanto tuvo en sus manos la taza, escuchó que la tacita comenzó a hablar.
La tacita le comentó:
“Usted no entiende!!! Yo no siempre he sido esta taza que usted está
sosteniendo. Hace mucho tiempo yo sólo era un montón de barro amorfo. Mi
creador me tomó entre sus manos y me golpeó y me moldeó cariñosamente. Llegó un
momento en que me desesperé y le grité: “Por favor!!! Ya déjame en Paz!!!” Pero
mi amo sólo me sonrió y me dijo: “aguanta un poco más, todavía no es tiempo.”
Después me puso en un horno. Yo nunca había sentido tanto calor. Me pregunté
por qué mi amo querría quemarme, así que toque la puerta del horno. A través de
la ventana del horno pude leer los labios de mi amo que me decían “aguanta un
poco más, todavía no es tiempo.”
Finalmente se abrió la puerta. Mi amo me tomó y me puso en una repisa para que
me enfriara. “Así esta mucho mejor!!!” me dije a mi misma.
Pero apenas me había refrescado cuando mi creador ya me estaba cepillando y
pintándome. El olor de la pintura era horrible!!! Sentía que me ahogaría!!!
“Por favor detente!!!” le gritaba yo a mi amo; pero él sólo movía la cabeza
haciendo un gesto negativo y decía “aguanta un poco mas, todavía no es tiempo.”
Al fin mi amo dejo de pintarme; pero esta vez me tomó y me metió nuevamente a
otro horno. No era un horno como el primero; sino que era mucho más caliente.
Ahora si estaba segura que me sofocaría. Le rogué y le imploré a mi amo que me
sacara. Grité, lloré, pero mi creador sólo me miraba diciendo “aguanta un poco
más, todavía no es tiempo.”
En ese momento me di cuenta que no había esperanza. Nunca lograría sobrevivir a
ese horno. Justo cuando estaba a punto de darme por vencida se abrió la puerta
y mi amo me tomó cariñosamente y me puso en una repisa que era aún más alta que
la primera.
Allí me dejó un momento para que me refrescara. Después de una hora de haber
salido del segundo horno, mi amo me dio un espejo y me dijo:
“Mírate!!! esta eres tú!!!”
Yo no podía creerlo!!! Esa no podía ser yo!!! Lo que veía era hermoso!!! Mi amo
nuevamente me dijo: “Yo sé que te dolió haber sido golpeada y amoldada por mis
manos; pero si te hubiera dejado como estabas, te hubieras secado. Se que te
causó mucho calor y dolor estar en el primer horno, pero de no haberte puesto
allí, seguramente te hubieras estrellado. También sé que los gases de la
pintura te provocaron muchas molestias, pero de no haberte pintado tu vida no
tendría color. Y si yo no te hubiera puesto en ese segundo horno, no hubieras
sobrevivido mucho tiempo, porque tu dureza no habría sido la suficiente para
que subsistieras. Ahora tú eres un producto terminado!!! Eres lo que yo tenía
en mente cuando te comencé a formar.”
Dios nunca te va a obligar a que vivas algo que no puedas soportar.
Dios sabe lo que esta haciendo con cada uno de nosotros. El es el artesano y
nosotros somos el barro con el cuál él trabaja. El nos amolda y nos da forma
para que lleguemos a ser una pieza perfecta y podamos cumplir con su voluntad.