lunes, 17 de marzo de 2014

Confiando en la Iglesia

CONFIANDO EN LA IGLESIA

“Ponte a la puerta de la casa de Jehová, y proclama allí esta palabra: Oíd palabra de Jehová, toda Judá, todos los que entráis por estas puertas para adorar a Jehová” (Jer. 7:2).

Los de Israel que se creían leales a Dios por ir al templo para adorar estaban confiando en el templo para protegerles de la invasión extranjera. El templo había llegado a ser su dios. “No fiéis en palabras de mentira, diciendo: Templo de Jehová, templo de Jehová, templo
de Jehová es este” (v. 4). Fue su refrán. Creían que, mientras el templo permaneciera, Dios estaría con ellos (pues su presencia estaba allí), y los libraría de la amenaza de Babilonia. No tenían una relación personal con Dios; sólo iban al templo. La presencia de Dios abandonó el templo antes de la invasión babilónica y con ella el templo fue destruido. El templo sin Dios no es nada, sólo un edificio.

¿Como sabemos que aquellos no conocían a Dios? Por sus vidas. Eran injustos en su trato con sus vecinos (v. 5). Oprimían a los extranjeros, los huérfanos y las viudas, derramaban sangre inocente y servían a los ídolos (v. 6). Estaban hurtando, matando, adulterando, jurando en falso y quemando incienso a Baal (v. 9). Sin embargo, se creían seguros porque tenían el templo. Confundían el símbolo con la realidad.

Nuestro país está lleno de evangélicos que piensan que su religión les va a salvar como la gente de Judá pensaban que el templo les salvaría. Los judíos en el día de Jesús tenían aquella misma adoración al templo. Cuando Jesús dijo que lo iba a destruir y reedificar, ¡intentaban matarle!

¿Cómo puede uno saber si está confiando en Dios o en su religión evangélica? Por sus vidas. Nada más escribir estas líneas, sonó el teléfono y una señora me contó de otra mujer de su iglesia que es una artista del engaño. Trama cosas maquiavélicas para llevar a cabo su agenda de promoción personal. Tienes que ser o bien un Sherlock Holmes o el Espíritu Santo para descubrir sus mentiras y engaños. Es encantadora, pero esconde un corazón torcido. ¿Qué dice Jesús acerca de personas así? (Ap. 21:8.)

No es nuestra doctrina evangélica la que nos salva, ni la asistencia a la iglesia, sino Jesús; y si realmente nos ha salvado seremos honestos, caritativos, misericordiosos, compasivos y generosos en nuestro trato con otros. Por nuestros frutos se verá que hemos sido injertados en el Árbol de la Vida. Toda nuestra confianza estará en el Dios que no habita templos de fabricación humana.

Por Ptor David Burt