SENSACIÓN DE
SATISFACCIÓN
“Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su
sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus
riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y
conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio, y justicia en la
tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová” (Jer. 9: 23, 24).
¿Cuáles son las cosas que nos
proporcionan una sensación de satisfacción hoy día? La sociedad ha evolucionado
en el sentido individualista y egoísta en comparación con lo que era en tiempos
del Antiguo Testamento. Entonces había tres cosas que hacían que la persona se
sentía valiosa, en los cuales encontraba su prestigio, se jactaba, y se sentía
orgullosa de sí misma: adquirir sabiduría, ser fuerte, o tener riquezas. Los
hombres de antaño valoraban la sabiduría. En nuestra Biblia hay libros
dedicados a ella. El libro de Job es una larga búsqueda de sabiduría de parte
del protagonista y sus amigos. En los relatos de los reyes de Israel tenemos a
David y sus hombres valientes y sus proezas, porque el hombre valoraba la
fuerza varonil. Y luego, se valoraba la riqueza. En tiempos de Jesús, los ricos
disfrutaban de cierto prestigio y del respeto del resto de la sociedad. En
aquellos tiempos, una persona destacaba por su sabiduría, su fuerza o su
estatus social y sentía satisfacción personal.
Hoy día es diferente. Somos más egoístas.
Buscamos nuestro propio placer, felicidad, y comodidad. Nos contentamos con
cosas materiales: casas, coches, el poder adquisitivo de un bien trabajo. Otros
hacen culto al cuerpo, su físico, su fuerza, los deportes y gimnasios. Muchos
se contentan con valores familiares, pero con la desestructuración de la
familia, esto, cada vez menos. Unos pocos quieren destacar con la educación,
sus títulos académicos, su conocimiento, avances en la ciencia, o la investigación en la medicina. Pero parece que
hoy día las personas no quieren tanto ser famosas o hacer contribuciones
importantes a la sociedad, sino buscar su propio bienestar. Con estar
entretenido es suficiente. Los famosos no son los sabios sino los deportistas,
los guapos, o los músicos que nos entretienen.
En contraste con la mentalidad
de nuestros tiempos y la de tiempos de Jeremías, Dios nos dice lo que realmente
debe llenarnos de una sensación de satisfacción: entenderle y conocerle a Él.
Esto está muy por encima de tener hábitos religiosos, de servir activamente en
la iglesia, o de tener conocimiento bíblico. Es un conocimiento de Dios que se
logra en el contexto de la santidad de vida, la meditación en su Palabra y la
obediencia radical a la misma, con la humildad y la búsqueda de Dios por medio
de la oración, con la expresión práctica de amor y misericordia hacia los que
sufren, con el negarnos y tomar nuestra cruz y seguir a Jesús. Al ir por este
camino vamos conociendo a Dios.
En este camino pasamos por
muchas experiencias diseñadas por Dios mismo para purificarnos y acercarnos a
Él. Aplicamos la Palabra a nuestras circunstancias, buscamos a Dios en el
desierto como Moisés, en la guerra como David, en la persecución como el
apóstol Pablo, en la pérdida personal como Noemí, y en ser su siervo humilde
como María. Y en ello, vamos conociendo a Dios. Igual no somos ni ricos, ni
famosos, ni guapos y fuertes, pero llegamos a tener lo que realmente vale en la
vida, el propósito mismo de ella, el conocimiento íntimo de Dios.