jueves, 29 de agosto de 2013

Sanidad Interior

Fuente: Un Día a la Vez

Sáname, Señor, y seré sanado; sálvame y seré salvado, porque tú eres mi
alabanza. / Jeremías 17:14

Cuando llegué a conocer de Dios, al poco tiempo alguien me habló de que
necesitaba sanidad interior. Al principio, no entendía, pues no me consideraba
enferma. Sin embargo, después comprendí que todos vamos enfermos del alma a
encontrarnos con Jesucristo. Por supuesto, unos más que otros.

Muchos traemos heridas aún sin sanar y esto afecta a las personas que nos
rodean. Si uno está mal en las emociones, no tenemos la capacidad para salir
adelante como Dios quiere, ni podremos dar lo mejor de nosotros a otros.

Yo tenía enfermas mis emociones, pues unos días me sentía feliz y otros me
sentía morir. Vivía en un constante cambio de ánimo lo cual daba inestabilidad
a mis princesas. Estaba enferma del alma y en esa etapa de mi vida tomé las
peores decisiones.

El Manual de Instrucciones habla de que no debemos ser personas de doble ánimo
y por eso es que nos debemos dejar orientar y ayudar. Hoy en día, muchas de
las iglesias cristianas cuentan con personas preparadas para aconsejarnos y,
con la ayuda de Dios, lograremos obtener nuestra sanidad.

No nos creamos autosuficientes. «Todos» necesitamos sanar el alma. Necesitamos
reconocer que solo con la ayuda de Dios obtenemos una verdadera sanidad
interior.

Una vez sanados, podremos ayudar a otros, en especial a nuestros hijos y
cónyuges. Si la mujer está bien, podrá ser ese motor esencial del hogar.