jueves, 9 de mayo de 2013

Devocional

Tema: Preserva la Vida
 "Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén."  2 Timoteo 4:18:  

...En un mundo donde está transcurriendo todo vertiginosamente y la vida cotidiana en busca de lo gratificante e inmediato en oferta, experiencia y servicio, escuchamos de manera contrastante a muchos expresar que les gustaría el día contara con más de 24 horas.  Es una manera de decir no me está dando el tiempo para tanto quehacer. Lo que es un tanto contradictorio pues debería ser lo contrario; al simplificar todo e invertir cada vez menos tiempo en lo que antes le conllevaba más, quedar con tiempo libre, disponible y sin tensión.
...Entonces hay que considerar la falta de orden, organización, disciplina y control sobre las actividades, ellas no deben regirnos.  Para ello hay planificación, proyección, asignar horarios a táreas y cumplirlos de manera tal que se incluya tiempo personal, familiar entre otros.  Preservar la armonía en nuestros pensamientos y ejecutorias facilita el quehacer día a día. El asumir con propiedad el rol que corresponde a cada cual es un factor a considerar para fomentar y mantener un balance y equilibrio que a su vez redundará en beneficio individual y conjunto. 
...Dedicamos todo nuestro ser a nuestras propias personas y lo que hacemos conociendo que todo ello tiene un término, límite y aún nuestros días de vida son inciertos a determinar.  Aún así todo nuestro interés y empeño en seguir disfrutando la vida.  Notemos que nada que digamos o hagamos puede cambiar esta realidad. Entonces debemos considerar profundamente que tiempo dedicamos a nuestro ser interior, a la parte espiritual, a lo que es duradero, permanente y eterno, nuestra alma. La parte en nosotros que no dejará de existir y no buscamos su fuente de origen, mantener en ella el orden, organización, disciplina y control para fomentar y mantener el balance disfrutando de un equilibrio pleno que nos satisface en todas sus partes de tal manera que disfrutemos lo que hacemos y nos preparemos a la transición del cuerpo presente al que obtendremos el cuerpo transformado en Cristo Jesús. Por nuestros propios medios y capacidades no lo logramos. Ni tampoco tenemos que hacerlo solos. Pues Dios a provisto todo lo necesario espiritualmente para alcanzarlo, nos dió a su Hijo como sacrificio y ofrenda agradable delante de Él, lo hizo mediador entre nosotros y Él, del cual tiene complacencia, en quien perseverando hasta el fin nos hará participantes del reino celestial.  Gracias a Él contamos con la ayuda del Espíritu Santo para mantenernos libres de todo peso, culpa, pecado y disfrutar de nuestra vida diaria y venidera. Él nos ayudará a preservar la victoria obtenida por Cristo para todo el que crea y permanezca en Él. Y a su vez el Señor nos libra del mal y preserva para que nuestra alma disfrute de la vida eterna.

Nuestra vida regenerada espiritualmente gracias a Cristo también conlleva de tiempo, dedicación, perseverancia y esfuerzo, debemos desarrollar, renovar y preservar la armonía en nuestros pensamientos adquiridos del conocimiento de la Palabra de Dios en unión con la acción vivificante del Espíritu del Señor manifestándose en nuestras ejecutorias facilita el quehacer día a día. El asumir con propiedad el rol que corresponde a cada cual en el Cuerpo de Cristo es un factor a considerar para fomentar y mantener un balance y equilibrio que a su vez redundará en beneficio individual y conjunto. Así que es imperativo y determinante ser preservado por el Señor, el único que puede darnos acceso al Padre y a los cielos por medio de la vida eterna.  La pregunta es:  ¿Y tú estás preservado en el Señor?.
"Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén."  2 Timoteo 4:18: