martes, 19 de enero de 2016

Para llenar el cubo

PARA LLENAR EL CUBO
 
“Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación”  (Is. 12:3).
Todos los que somos creyentes en el Señor Jesús recibimos el Espíritu Santo en el día de nuestra conversión, pero no todos somos llenos del Espíritu. “Todos somos miembros del cuerpo… porque en un solo Espíritu fuimos todos bautizados hacia (es decir, para formar parte de) un cuerpo… y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu” (1 Cor. 12:13). Todos hemos sido bautizados en el Espíritu y todos tenemos que beber del Espíritu a continuación para mantenernos llenos del Espíritu.
El Espíritu es como un río (Ez. 47:1ss; Ap. 22:1) que sale del trono de Dios, del templo de Dios. La salvación es como bañarnos en este rió para quitar la inmundicia del pecado como Naamán se bañó en el Jordán para quitarse la lepra (2 Reyes 5:14). Pero esto no es todo. También hemos de beber del Espíritu para mantenernos llenos del Espíritu. Jesús dijo: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba… y de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu” (Juan 7: 37-39).            
¿Por qué es que algunos beben mucho, pero nunca están llenos?  Si esto te ocurre, algo falla.  Puede ser una de dos cosas: que tienes pecado en tu vida que impide que te llenes, o bien que necesitas sanidad interior de lo que está impidiendo esta plenitud. Pongamos el ejemplo de un cubo. Dos cosas impiden que se llene de agua: el cubo puede estar lleno de piedras o puede tener una grieta. ¡O puede tener las dos cosas!
Vas a las fuentes de salvación para llenar tu cubo, pero el cubo ya está lleno de piedras, por lo tanto no puede llenarse de agua. Solo cabe un poco. Para que tu cubo esté lleno de agua, y solo agua, tienes que sacar las piedras. Estas piedras son pecados, o bien puntuales, o bien endémicos. Por ejemplo: puedes haber ofendido a alguien, o puedes ser una persona de mal genio que vas ofendiendo a todo el mundo. En todo caso, se tiene que confesar y eliminar este pecado. Si tienes varios pecados, uno por uno se confiesan y se quitan para poder llenar el cubo de agua pura.
La otra posibilidad es que tienes necesidad de sanidad interior. Pongamos que tienes complejos de inferioridad, o que has sido abandonado, o que has sufrido abuso, o que has tenido una pérdida importante, o que tuviste un trauma, etc. Estas cosas también impiden la plenitud del Espíritu Santo y tienen que ser sanadas. Esta clase de sanidad es más complicada, normalmente requiere más tiempo, pero es igualmente necesaria.
Entonces, con el cubo vaciado de maldad y reparado, puedes ir sacando aguas de las fuentes de salvación sin estorbo. Puedes beber del Señor y llenarte hasta rebosar.
Enviado Hno. Mario