lunes, 15 de septiembre de 2014

El evangelio del arrepentimiento


EL EVANGELIO DEL ARREPENTIMIENTO


 Mientras leo las palabras de Pablo, me encuentro examinando mi propio
 ministerio y tengo que preguntar: "¿He acortado el evangelio que Jesús
 predicaba, el evangelio del arrepentimiento? ¿Esencialmente, he cortado con
 tijeras mi Biblia y he quitado el alto precio de seguir a Cristo? ¿He rebajado
 Sus normas al decirle a la gente: "Sólo cree y sé salvo?"

 ¿Hemos acortado la convicción genuina por el pecado? ¿Nos hemos adelantado y
 ofrecido la salvación a aquellos que realmente no se han arrepentido, a quienes
 no se han dolido por sus ofensas, a quienes no se han dolido por sus
 transgresiones, a quienes han buscado la fe tan sólo para esconder sus
 lujurias tras ella?

 Constantemente escuchamos exageraciones acerca del número de personas que
 viene a Jesús a través de diversos ministerios. Cristianos reportan que un
 sinnúmero de personas fueron salvas mientras predicaban en prisiones, escuelas
 y otras instalaciones. Dicen: "Todos en el lugar entregaron su corazón a
 Jesús. Cuando terminé de predicar, todos pasaron al frente para recibir
 salvación".

 A menudo, lo que sucede es que todos sencillamente repiten una oración. Ellos
 simplemente oran lo que se les ha dicho que oren y muchos no entienden lo que
 están diciendo. ¡Después, la mayoría vuelve a sus caminos perversos!

 Tales personas nunca experimentan una obra profunda del Espíritu Santo. Como
 resultado, nunca se arrepienten, nunca sienten dolor por sus pecados y nunca
 creen realmente. Trágicamente, les hemos ofrecido algo que Jesús mismo nunca
 ofreció: Salvación sin arrepentimiento.

 Yo creo que la iglesia, incluso ha quitado el sentimiento de la convicción de
 pecado. Piénsalo, casi nunca ves lágrimas en las mejillas de los están
 siendo salvos. Por supuesto, sé que las lágrimas no salvan a nadie, pero Dios
 nos hizo humanos a todos, con sentimientos muy reales. Y cualquier pecador atado
 por el infierno que ha sido tocado por el Espíritu Santo, naturalmente sentirá
 un dolor profundo por la forma en que ha contristado al Señor.

 El apóstol Pedro sintió este tipo de dolor piadoso, cuando el negó al
 Señor. De pronto, fue inundado con el recuerdo de lo que Jesús le dijo:
 "Entonces Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: Antes
que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto,
 lloraba" (Mr. 14:72).

Por David Wilkerson