martes, 21 de marzo de 2017

Cómo permanecer

CÓMO PERMANECER

“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (Juan 15:7).

            Estábamos lamentando el hecho que no podemos estar sentados a los pies de Jesús literalmente todo el día, uno, porque él no está físicamente presente, y dos, porque tenemos trabajo que hacer. Lo de María solo pudo durar mientras Jesús estaba en su casa. De todos modos, dentro de poco, él iba a ascender al cielo, y, entonces, ¿cómo podía ella “permanecer”?  Jesús nos lo explica en su último gran mensaje a sus discípulos (Juan 15). Lo de permanecer es una realidad espiritual y se hace estando en una relación de amor con él y en fe y obediencia a su palabra (v. 7). Está Jesús, y está su palabra, las dos cosas. Siempre hay las dos cosas. Los discípulos en el camino a Emaús tuvieron a Jesús y él hablaba la Palabra. María, sentado a los pies de Jesús, le tuvo a él y su palabra, aquello que enseñaba. Si amamos a Jesús y no obedecemos su palabra, este amor no vale nada, y si obedecemos la Palabra sin amar a Jesús, es un legalismo muerto.

            Permanecer en Cristo es amarle, estar siempre con él, sentirle cerca; es hablar de él a otros, pasar tiempo orando, hablando con él; es gozarnos de él, estar feliz en él, cantarle himnos, salmos y cánticos espirituales en nuestro corazón; es llorar sobre su hombro y consolarnos en él; es buscarle, hallarle, y buscarle más.  Es notar cuando nos apartamos del él, aun un ápice, y volver volando.

            Permanecer en su Palabra significa tener la Palabra en nosotros, encarnada, como el motor de nuestra vida. La conocemos, meditamos en ella; ella llena nuestra vida; estamos saturados de ella; transforma nuestra mente; la amamos y la obedecemos. Creemos sus promesas y, al orar, las usamos. Ponemos el dedo allí y leemos la promesa al Padre con fe, sabiendo que él siempre cumple su Palabra. Hablamos de la Palabra con otros. Indagamos en ella. La usamos como patrón de nuestra vida. Creemos toda ella. Amamos a Cristo por decir las cosas tan entrañables que leemos en su Palabra. Vemos a Jesús en cada página y esta visión se convierta en adoración.     

            La Palabra se compone de promesas y mandamientos. Creemos las promesas y obedecemos los mandamientos.  Por ejemplo, Josué 1:5-9. Aquí tenemos muchas promesas y muchos mandamientos que son necesarios para entrar en plenitud de vida, o, en otras palabras, para permanecer. ¡Podemos contar cuántos hay de cada! Confiar y obedecer: esto es lo que significa permanecer en la Palabra.
sentadosalospiesdejesus

Pues, “si permanecemos en Cristo y su palabra en nosotros”, es como estar sentados a los pies de Jesús como Maria, todo el día, en nuestro corazón. Llega a ser nuestra realidad espiritual. El resultado, como dice nuestro texto, es que nuestras oraciones serán contestadas. Y es llevar mucho fruto, primero, en nosotros mismos, y luego, en nuestros ministerios. ¿No es esto lo que queremos? .

Enviado por Hno. Mario