lunes, 24 de noviembre de 2014

Mejor restaurar que condenar

Mejor restaurar que condenar





Hermanos, aun si alguien es sorprendido en alguna falta, ustedes que son espirituales, restáurenlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.
Gálatas 6:1


Con el benigno Te muestras benigno, Con el íntegro Te muestras íntegro.


Salmos 18:25

Una actitud de gracia y misericordia para con el caído debe ser parte esencial del equipaje espiritual de todo creyente. Cuando un hermano cae, debemos inmediatamente reflexionar sobre nuestra propia experiencia y condición, y esforzarnos por ayudar a restaurarlo y dejarlo más fuerte y en mejor condición espiritual que antes de caer.
Ese es el entendimiento que está detrás de las palabras del apóstol Pablo en Gálatas 6:1: 1 Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.
En este versículo, la palabra “restauradle” viene del verbo griego katartizo, el cual entre otras cosas se refería a la reparación de redes o la restauración de un hueso quebrado. La idea en ambos casos es reparar algo que está dañado y dejarlo en perfecta condición, como si nada hubiera sucedido. Lo que Pablo está diciendo es que en vez de condenar al creyente cuando cae o comete un error, lo primero que debemos hacer es recordar deliberadamente nuestra propia condición imperfecta, e inmediatamente tratar de ayudar al hermano caído a restaurarse y seguir su jornada hacia la santidad con más fuerza y entusiasmo que antes de caer. Ese proceso de restauración podrá en ocasiones involucrar algún tipo de disciplina, pero siempre tendrá que infundir esperanza, y estar penetrado por un profundo sentido de gracia y misericordia hacia el caído.
El que ha recibido misericordia de parte de Dios, debe dar misericordia a los demás. Debemos siempre recordar cuán difícil ha sido para nosotros el camino hacia la santidad, a fin de estar dispuestos a extenderle compasión y asistencia al caído. Para el que reconoce su verdadera condición ante Dios, siempre le resultará más fácil restaurar que condenar.


Dr. Roberto Miranda